P.U.E.D.E.S. L.E.E.R.

110 3 0
                                    

La escritura alfabética—Los fenicios y sus asentamientos comerciales.
¿Cómo lo haces? «¡Eso lo sabe cualquier niño de Primaria!», me dirás.
«¡Tienes que deletrear!» ¿Qué significa eso? «Pues mira, hay una T y luego una U, y eso significa TÚ. Y con 24 signos se puede escribir todo». ¿Todo? ¡Sí, todo! ¿En todas las lenguas? ¡En realidad, sí! ¿No es maravilloso? Con 24 simples signos compuestos por unos pocos trazos se puede escribir todo. Cosas sabias y estupideces. Cosas santas y maldades. En todas las lenguas y con cualquier sentido. Los antiguos egipcios no lo tuvieron tan sencillo con sus jeroglíficos. Ni tampoco fue así de simple con la escritura cuneiforme. En esas escrituras había cada vez más signos que no significaban letras sino, por lo menos, sílabas enteras. Pero que cada signo significara sólo un sonido y que con 26 sonidos se pudieran componer todas las palabras imaginables era algo enormemente nuevo. Lo descubrieron personas que se veían obligadas a
escribir mucho. No sólo textos y cantares sagrados, sino muchas cartas, contratos y acuses de recibo.
Sus descubridores fueron comerciantes. Comerciantes que llegaron lejos remando por el mar e intercambiaron, enviaron y mercadearon con productos de todos los países llevándolos a todos los rincones del mundo.
Vivían muy cerca de los judíos. En ciudades mucho mayores y más poderosas que Jerusalén; en las ciudades portuarias de Tiro y Sidón, con unas
muchedumbres y un ajetreo muy parecidos a los de Babilonia. Su lengua y
religión estaban también muy emparentadas con las de los pueblos
mesopotámicos. Pero los fenicios (así se llamaba el pueblo de Tiro y Sidón) eran menos belicosos. Preferían realizar sus conquistas de otra manera. Se hacían a la vela adentrándose en el mar hasta llegar a costas desconocidas y fundaban allí establecimientos comerciales donde podían intercambiar, con los pueblos salvajes que vivían allí, pieles y piedras preciosas por utensilios, recipientes y telas de colores, pues eran, en efecto, artesanos mundialmente famosos y contribuyeron también a la construcción del templo salomónico en Jerusalén. Pero la mercancía más famosa y codiciada, que exportaban al ancho mundo, eran sus tejidos teñidos, sobre todo los de color púrpura. Algunos fenicios se quedaron en las delegaciones comerciales de las costas extranjeras y construyeron allí ciudades. Los fenicios fueron bien recibidos en todas partes, en África, en España y en el sur de Italia, pues transportaban objetos hermosos.
Estos fenicios no estaban tan alejados de su patria, pues podían escribir cartas a sus amigos de Tiro o Sidón. Cartas con aquella escritura
maravillosamente sencilla descubierta por ellos, con la que... todavía
seguimos escribiendo hoy. ¡Sí, de veras! La B que ves aquí es una letra muy
poco distinta de la que emplearon los antiguos fenicios hace 3.000 años para escribir desde lejanas costas a su casa, a aquellas pululantes y activas ciudades portuarias de su patria. Ahora que lo sabes, no olvidarás ya, seguramente, a los fenicios.

Breve historia del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora