III

7 1 0
                                    

02:45 a.m.

La noche transcurría alumbrada por la luna llena, que asomaba entre algunas nubes pero no conseguía ocultar su luz, siendo testigo de las risas, las botellas de alcohol, las colillas en el suelo mal apagadas y el humo proveniente de los tubos de escape de cada moto que se alejaba del pueblo a gran velocidad.
Los amigos se despidieron en el puente, a mitad de camino y entonces cada uno tomó la dirección que conducía a su casa con exaltación y somnolencia a causa de los grados del alcohol ingerido.
Christian consigue entrar con dificultad a su casa, parecía que la cerradura no dejaba de moverse cuando quería meter la llave. Subió hasta su cuarto todavía con la alegría característica del Ron intentando no despertar a su hermano, el cual le suele esperar despierto preocupado.
Consigue llegar a tientas a su cuarto dándose algún que otro golpe con los muebles cercanos, se deja caer en la cama y en cuestión de un par de minutos se duerme profundamente sin la preocupación de tener que madrugar al día siguiente.

07:00 a.m.

Los rayos de sol se cuelan entre las cortinas de la habitación de Cora y para zafarse de ellos oculta con una mano su cara volviendo a la oscuridad pero pronto el despertador suena y se ve obligada a dejar que el día siga su curso y levantarse rápidamente para vestirse, hoy tenía que aprobar ese examen.
Veinte minutos más tarde baja a desayunar, su bol de cereales ya estaba sobre la mesa gracias a su madre, la saluda con un beso de buenos días y se sienta revisando el móvil. La última conexión de Christian fue casi a las tres de la madrugada, dato que la deja inquieta aunque sin motivos reales.

Cuando el reloj marca las ocho, se cuelga su mochila en un hombro, conecta los cascos al móvil y reproduce su lista más escuchada para salir de casa y dirigirse a la parada del bus, donde quedaba siempre con Naira para ir juntas al instituto, con el libro del examen en sus manos para poder repasar durante el trayecto. Le iba a salir bien, sí, había estudiado, se lo merecía.
Las amigas se saludaron y pocas palabras cruzaron al estar pendientes en repasar la lección y asegurarse de que podrían llegar al cinco sin tener ningún tipo de problema.

El autobús marca la última parada en frente del instituto, donde se podía ver acercarse a la parada a Fernando Galindo, compañero de primero de Bachillerato de Humanidades y pretendiente de Naira.

— Hola, chicas... Naira, he visto que hoy se estrena una película muy buena, si te apetece podríamos ir a verla esta tarde, es de acción, como me dijiste que te gustaba...

— Eh, sí, gracias Fernando, pero justo hoy me he levantado un poco revuelta, te mando un mensaje con lo que sea.

Fernando se alejaba para nada  satisfecho y cuando estaba lo suficientemente lejos Cora soltó una media risa negando con la cabeza, su amiga debía cambiar las excusas.

Si no fuéramos tú y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora