Si no fuéramos tú y yo.

VI

Lunes 7:25 a.m.

Christian estaba comenzando su mañana dándose una ducha fría para despejarse, para su desgracia su semana empezó ayer.
Se puso su traje, uniforme indispensable, acompañado siempre del aroma que le caracterizaba; Hugo Boss.
Como siempre, iba mal de hora, tenía que comer algo rápidamente, y tomar rumbo a su trabajo, a ver qué le tenía deparado el día.

Por otro lado, a tientas, Cora pospone su alarma por lo menos 3 veces antes de abrir los ojos por fin, le cuesta un infierno pero sabe que ya se ha demorado lo suficiente.
El fin de semana ha pasado muy rápido, como todos.

— ¿A quién le pareció justo establecer 5 días de clase y 2 de descanso? - suspira volviendo a dejarse caer en la cama durante un par de minutos antes de levantarse y dirigirse al baño para hacer sus necesidades y comenzar la semana.

Los minutos pasaban y Cora sabía que iba a llegar tarde, por lo que decide enviarle un mensaje a Naira.

— Tía, me he dormido, no me esperes y si llega la profe antes que yo dile que me ha traicionado el bus. ¡Gracias, reina!

Como era de esperar no llega puntual a clase y tiene que aguantar la bronca pero le permiten la entrada a la clase ya empezada.
Era la asignatura más aburrida de todas por lo que su plan era hacer resúmenes del tema que estaban dando.
En mitad de su deber decide escribir a Christian, quería darle los buenos días, entablar una conversación y matar un poco el aburrimiento aunque no sabía cómo hacerlo, se mordía el labio varias veces con nerviosismo escribiendo y borrando repetidas veces hasta que por fin, lo manda.

— Intuyo que has llegado tarde a trabajar, siempre que uno se levanta justo de tiempo el otro también, deja de mal influenciarme, jajajaja. Pasa buen día, Christian :).

— Vaya mierda de mensaje que le he enviado. - se decía a sí misma releyendo el mensaje, aunque no se demora mucho porque sabe que la profesora puede quitarle el móvil si la ve usarlo.

11:10 a.m.

Como siempre, las cuatro amigas salen al recreo juntas, con las prisas a Cora se le olvidó meter el desayuno de media mañana en la mochila por lo que se acercó a la cafetería del instituto a comprarse un bocadillo de tortilla de patatas.
El tema de conversación era la nota del examen del viernes, seguramente ya estaba corregido y tendría que enfrentarse a él.

— Bueno, tía, pues no te rayes que solamente es una asignatura y no vas a suspender para siempre. Yo siempre te aconsejo que hagas yoga para relajarte pero no me haces caso, pues nada. - aconsejaba Aura a Naira en un tono despreocupado.

De repente el móvil de Cora vibra, ella sonríe al instante al pensar que puede ser él, desbloquea el móvil y efectivamente, es él.

— Si sigues metiéndote en mi cabeza vamos a llegar tarde muchos días, deberías ser más responsable... Buenos días, niña.

Al leer el mensaje el corazón de la chica latía muy rápido. ¿Qué quería decir con “si sigues metiéndote en mi cabeza”?
No sabía qué responderle y seguramente la próxima clase se la pasaría entera pensando una contestación.

El timbre de final del recreo sonó y cada quién se fue a su respectiva clase.
Cora se pasó toda la hora pensativa con la mirada al frente pero perdida, hasta que se percató de que nombraba la profesora su nombre. Era su examen. Se acercó con miedo y finalmente vio su nota: 3'8.
Se llevó la mano a la cabeza decepcionada y volvió a su sitio después de devolver el examen, no sin antes escuchar un “esfuérzate un poco más”.

Gracias al examen consiguió la respuesta para Christian. No le convencía la idea de preguntarle por el significado del mensaje anterior por miedo a que los significados que le daba cada uno fueran distintos.

— He vuelto a suspender Didáctica, no consigo llegar al 4. Desisto. La suspenderé eternamente y tendré que pedir en la puerta de la iglesia porque no tendré futuro ninguno y viviré de la caridad de la gente. Qué triste.