Ann.
Suena El regalo mas grande, de Tiziano. Siete de la mañana. Ducha fría, desayuno rápido. Se me ha hecho tarde, son menos diez. No voy a llegar, salgo corriendo y en cinco minutos llego al semáforo de enfrente del colegio. Está cambiando y me espero a que vuelva a ponerse en verde, de repente me doy cuenta. El coche de mi derecha es el de Joss. Él se ha quedado ahí, mirándome y yo he hecho lo mismo. Hasta que los coches le han pitado y ha arrancado veloz.
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Primera hora. Historia. Joss entra feliz.- Buenos días, como se acerca el exámen, que espero que hayáis estudiado en vacaciones, he decidido dejar esta clase para que repaséis.
Todoa la clase se revoluciona, todos aplauden e incluso silvan, pero Joss en seguida pone orden.
- Si repasáis así, empiezo tema.
Y de repente silencio, él se sienta y comienza a corregir trabajos. Le observo casi sin pestañear, que cara de dormido que tiene, me encantaría sentarme a su lado y hablar de un montón de cosas sin sentido para hacerle reír. De hecho, voy a hacerlo.
Escribo en mi libreta, la cojo y me levanto. Él no se da cuenta, está concentrado. Le hablo en voz baja.
- ¿Joss me puedes ayudar?
- Si, dime.- me sonríe.
- Es que no entiendo esto.- Le digo señalando mi cuaderno.
Escrito en grande hay un “Te quiero”. Joss sonríe.- Me encantaría hacer un montón de cosas contigo, ¿tú crees que hoy podríamos ir a comer juntos?- le susurro.
- Ann...
- Va, por favor. Además, me gustaría hablar contigo, el otro día nos quedamos a medias.
- Podemos hablar aquí.
- No Joss, sabes que aquí hay mucha gente. Por favor…
- Bueno, esta bien. A las dos en mi coche.
Joss no deja de sorprenderme y no puedo dejar de sonreir. Me está volviendo loca.
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Pasan las horas y parece que no vayan a acabar las clases nunca. El tiempo, cuando haces algo que te gusta vuela, en cambio si estas aburrida o esperas algo con ansias no pasa nunca. Y así: entre pensamientos, preguntas y sueños, acaba la clase de lengua extranjera. Le cuento todo rápidamente a Eva y me voy corriendo. Menos mal que hoy comía sola en casa y puedo decirle a mi madre que me he quedado en el colegio. Él ya está en el coche, esperándome.
- Hola bicho- me dice en cuanto me siento.
- ¿Donde me llevas?- respondo ilusionada
- Sorpresa.
Y ambos se quedan en silencio. Pero ese silencio agradable. Ese silencio que te deja escuchar la respiración del que esta a tu lado. Ese silencio que te hace sonreír.————————————
Llegamos enseguida a un restaurante italiano. Pedimos pasta y pizza. De beber: Coca Cola Zero.
- Gracias.- dijo Ann con una enorme sonrisa.
- No hay de que. Si lo he hecho ha sido porque he querido.
En seguida llegaron los platos y mientras comíamos le conté el duro día que había pasado, esperando a que llegara la hora de irme con él. De repente me he dado cuenta de que Joss me miraba fijamente desde hacía un buen rato.
- ¿Qué pasa?- le dije en tono chulesco.
- No nada, solo estaba mirándote.- sonrió Joss.
- Pues en mi lista de cosas que odio, la tercera es que me miren mientras como.
- ¿Y cuál es la primera?
- Que nieguen lo evidente- me quedé mirándole fijamente.
- ¿Y ahora por qué me miras tu a mi?- me preguntó riéndose Joss.
- Porque ninguna persona puede controlar lo que siente. Yo no puedo mirar a alguien y decir: vale, me voy a enamorar de este chico. Y porque negar algo que está ocurriendo, es mentirse a sí mismo. Y cuando uno se miente a sí mismo, se hace daño. Y mucho.
No dijo nada respecto a esto, me comentó lo aburrido que había sido su día y la cantidad de trabajos y exámenes que tenía por corregir. Luego, como siempre, puso de excusa al tiempo.Llegamos al coche y otra vez silencio. Encendí la radio y sonaba Human de Christina Perri. Subí el volumen, para poder cantarla sin que pudiera Joss escucharme.
Joss.
La verdad es que tenía razón, no debo mentirme a mi mismo. Le quiero. Me encanta su voz, sus ojos. Esta cantandl en formato susurro ‘’Your words in my head, knives in my heart.’’ Me sintió culpable, por todas las cosas que le he dicho y sé que le han dolido. La sigo mirando. Ya estamos aparcando y vamos a llegar tarde al colegio, pero nos quedamos dentro del coche y pongo el seguro.
- Qué pasa, ¿no quieres que me vaya? Vamos a llegar tarde.- me dice Ann, en tono seco.
Sé que está molesta por haber ignorado su comentario en la comida.
- No es eso, quiero que te vayas. A cualquier parte del mundo, pero conmigo.
Por primera vez en mucho tiempo habló mi corazón, pero esta vez fue Ann la que no dijo nada. Negaba con la cabeza.
- ¿Sabes? He estado pensando en lo que me has dicho en el restaurante. Y tienes razón, mentirse a uno mismo es lo peor que alguien puede hacer… Le he estado dando vueltas en el coche también, entonces te he visto. Estabas mirando a la carretera cantando y he sentido que estaba dejando escapar a la persona más increíble del mundo. Y me he sentido estúpido cuando he pensado en todas las veces que te dije que lo nuestro no podía ser, porque se que te hacia daño. Ann, yo te quiero.- Acabé diciendo mientras sin poder controlarlo, resbalaba una lágrima por mi mejilla.- Es que, esto es muy complicado.
- Joss, no es complicado. Yo también te quiero.- me dijo mientras me abrazaba.
Estaba dispuesta a marcharse pero aún no había quitado el seguro.- Espera un segundo.- le cogí del brazo.
Se quedaron mirándose, cada vez más cerca, hasta que Joss torció ligeramente su cuello hacia la derecha, cerró los ojos y le besó. Un beso suave, en el que solo quería decirle que le quería, pero tenía miedo. Se separaron y Ann se fue.