11.

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—Imagino que debes tener pruebas para venir a demostrar que eres inocente—él hombre le dedico una sonrisa llena de sorna.

Vicent Jones vestía su corpulento cuerpo en un traje gris, con el cabello rubio y mechones blancos peinado hacia atrás, a pesar de que la vejez y la maldad estaba acabando con su atractivo, seguía poseyendo unos increíbles ojos iguales a los de su hermano. Vicent era un hombre muy seguro de si mismo y de sus decisiones, no se mostraba débil en ningún momento se creía con la capacidad de manejar las cosas a su antojo.

La palabra inocente  voló por la habitación en silencio. Jade no era precisamente inocente, pero tampoco era culpable del crimen que la habían culpado durante tanto tiempo.

—Tengo pruebas de que no maté a Aaron—él nombre de su mejor amigo supo a amargura.

Jed se levantó de su asiento y se inclinó sobre su cuerpo apoyando las manos sobre la mesa, con toda su actitud de macho superior, escupió:

—¿Sabes que no nos interesan tus pruebas, verdad?—a diferencia de Jade y Oprah, él chico tenía el cabello mucho más oscuro y unos ojos casi grises—. Ha pasado mucho tiempo, ya no vale la pena descubrir el verdadero culpable.

—Dejame ver si entiendo—pausó, dando un suspiro de ironía—. Según ustedes, yo debo pagar por este asesinato que no cometí, pero la persona que sí lo hizo, no será castigado en lo más mínimo—soltó una risita—. Aquí no importa si Aaron murió o quién fue el culpable, lo que quieren es deshacerse de mi.

Norma fue la siguiente en levantarse, enojada e indignada.

—¡Que semejante estupidez!—se colocó frente a ella intimidándola un poco por la furia en sus ojos—. Eres mi hija, no permitiría que nada te pasará y por eso preferí echarte antes que matarte.

No pudo evitar sentirse conmovida por sus lágrimas y no pudo llorar también.

—¿Y por qué no oíste mis explicaciones, mamá?—saboreo el salado de sus propias lágrimas, el dolor que representaban—. Me tiraste sin más.

Antes que la mujer pudiera responder, él hombre de traje gris salio a la defensa de la muerte de su hermano.

—¿Cómo puedes explicar que estabas a su lado mientras él estaba muerto?, ¿Qué la pistola tenía tus huellas dactilares?—Vicent se acercó, arqueando una ceja hacia la castaña.

—Estaba dormida cuando paso—se excusó de manera torpe—. ¿Por qué yo iba a querer matarlo? Lo amaba, era mi mejor amigo, nuestras familias estaban felices por nuestra relación y nos entendíamos bastante bien. Aaron era...—se detuvo, mirando por un momento a Perrie que se mantenía callada junto a Karl—. Mi pareja. Queríamos casarnos.

—Tal vez lo hiciste para salir del compromiso—Jed supuso—. ¿Por qué razón lo mataría otra persona?

—No quería salir de ningún compromiso, ¿No haz entendido que lo amaba?—gruñó—. Conozco a alguien que lo hubiera hecho muy felizmente por varias cosas, ambición, egoísmo y obsesión. Y tengo pruebas.

—Bien—Norma se interpuso en el camino de Vicent cuando iba a decir algo más—. Oiremos tus explicaciones, veremos tus pruebas, pero si nada de eso sirve...

—Pagarás con la muerte, como debe ser—su hermana la interrumpió—. Si alguien más lo hizo y logras demostrarlo, entonces, esa persona lo pagará. Será justo.

—Bien—asintió con suavidad—. Me parece perfecto.

[…]

Perrie temblaba del miedo a su lado, podía sentir como su pierna se movía en un sube y baja nervios, ella también estaba nerviosa, bastante a decir verdad. Pero debía confiar, tenía que hacerlo o Jade perdería la poca seguridad que llevaba sobre si misma.

Omega |Jerrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora