🍀 Dudas.

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El padre de Jaehwan estaba harto de que su hijo siempre no cumpla con sus tareas, trabajos, y responsabilidades propias. Lo consideraba un inútil, un hijo que no merecía la mitad de la herencia de su empresa.

Y por parte de Jae, pues a él le encantaba divertirse, conocer gente nueva, hacer cosas extremas, cosas que no se había atrevido hacer antes. Él era un adolescente con alma de un niño de tres años, pero era feliz.

-Kim Jaehwan, apresúrate. -el señor Kim bajaba por las escaleras esperando a su único hijo que llevaba media hora viendo que ponerse. Su padre usaba un terno hecho a la medida, quería verse bien para esta junta.

-¡Ya voy!

Su padre rodó los ojos y fue avanzando.

-PADRE, espérame. -soltó Jae desde el balcón aún teniendo la camisa desabrochada.




Jaehwan, se quedó viendo su reflejo, estaba nervioso. Sabía que su padre lo llevaba a la junta para hablar sobre su herencia, y por esta razón no había podido dormir toda la noche. Tenía miedo de manejar mal las cosas, de no saber que hacer ante un conflicto económico, tan solo tenía dieciséis años. Esto lo estaba carcomiendo.

Abotonó sus zapatos, y bajó rápidamente hasta entrar al coche.


Por otro lado, el socio del señor Kim lo esperaba con ansias, mientras que su hijo de diesiocho años ayudaba con la comida. Este chico sin duda era el hijo perfecto que todo padre puede pedir. Sabía tocar infinidades de instrumentos, tenía buenas calificaciones, modelaba, y era bailarín, Hwang Minhyun, era alguien alegre, respetado y respetuoso, responsable, era casi todo lo opuesto a Jaehwan.

-¿Ya van a llegar? -el pelirrojo preguntó mostrando una sonrisa y matando los corazónes de las secretarias que se encontraban ahí.


Jae se la pasaba en su teléfono durante el transcurso. Quiso llamar a su mejor amiga para avisarle que estaba a punto de llegar, pero luego pensó que su papá escucharía toda la conversación viéndose tonto.

Bajaron del auto y se dirigieron a la última planta. La habitación se miraba sumamente ordenada y limpia ante los ojos de Jae, pero su placer se detuvo al ver a dos personas mas en el lugar.

-Hijo te presento a mi socio Hwang, y a su hijo Minhyun. -Jae no sabía si acercarse o simplemente dar una reverencia o darles la mano. Se quedó estupefacto, pensó que la herencia era para él y nadie mas.

-Hola, es un gusto mi nombre es Kim Jaehwinnie. -éste soltó una risita haciendo que los dos hombres se queden serios por un momento para luego ver el rostro de Minhyun soltar otra seguida risa.

-Un gusto conocerte Kim Jaehwan.- el padre Hwang le indicó que tomase asiento.

-Y bueno, para no aburrirlos en ésta habitación les explicaré que nuestra empresa -el señor Kim se refirió a él y a Hwang- ha llevado décadas siendo activa, por nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y así. Todo empezó en Daegu, tu tatara abuelo Minhyun, conoció a mi tatara abuelo quién quería construir una empresa dedicada a los jueguetes, pero mi familia no tenía los recursos esenciales para construir muchos, así que la familia Hwang nos ayudó con su pequeña carpintería, y fue como empezó esta herencia entre nuestras dos familias y...

-Pero...-el padre de Minhyun interrumpió- siempre hemos llevado esa tradición de pasar el primer día de práctica en la empresa. Los dos tendrán una sola oficina, donde podrán compartir ideas y conversar sobre temas que puede mejorar el YMIN. Tendrán que aportar al menos una idea en un día.

El pelirojo y el pelinegro se quedaron con la boca abierta para luego pasar saliva fuertemente.

-Está bien padre, te aseguro que tendremos una idea para el almuerzo de mañana. -aseguró el mayor.

Hᴇʀᴇɴᴄɪᴀ «𝐌𝐢𝐧𝐇𝐰𝐚𝐧»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora