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Duele perder a alguien y mas si sabes que no podrá volver jamas .

-Venga muñeca, sera un rapidito y nadie nos ve-un borracho, hablándole a una botella, eso parece mi mejor amigo.

-Robert deja de imaginarte a Kim y ayúdame con los putos planos-ya me tenia cansada.

-Coño mujer, si eso es fácil, pasas por los típicos conductos de ventilación todo recto hasta llegar a la rejilla que de con el paradero de su despacho, bajas en modo espía profesional, haces las preguntas que tengas que hacerle, le cortas el cuello y todo listo y solucionado. O si lo prefieres te vistes de secretaria sexy vas a entregarle un café, se la pones dura y te lo suelta todo, después le dejas con las ganas un ratito para que sufra y ahí le matas. Igual tiene el mismo final así que ¿que más da?-y dijo todo esto con 2 botellas de vodka encima.

-Estoy empezando a darme cuenta que ayudas mas cuando estas borracho, gracias feo-y me marche por la puerta de madera después de darle un beso en la mejilla al único ser que siempre estuvo para mi. 

Y pensar que lo conocí en un burdel cuando yo....bueno, prefiero no pensarlo.

Me subí en la modesta moto de Robert y lo ultimo que escuche antes de ponerme en camino fue el grito de Robert desde la ventana.

-Ojala te caigas mi amor-es bipolar seguro.

¿A donde voy? pues fácil, voy a por información y lo único que llevo conmigo es una glock 17, una navaja y mi hermoso Samsung s8. Adoro los samsungs. 

Giro a la izquierda en la calle donde se decidirá mi destino dentro de pocos minutos, depende de si mis sospechas eran ciertas o no, sabre como dirigir mi vida a partir de ese momento, tal vez incluso tenga que irme de la cuidad donde comenzó todo para poder terminar de una vez por todas.

Avanzo unos metros más y he llegado a mi destino, el viento que sentía chocar contra mi cara y mis extremidades ahora solo es una pequeña brisa de verano que ni siquiera se nota. Bajo finalmente de la moto y me dirijo hacia la puerta principal del lujoso hotel, si se preguntan por mi vestimenta les contare que llevo un vestido negro muy apegado al cuerpo con unos tacones bajos y un maquillaje suave. No se ni como me he subido a la moto. Con pasos decididos avanzo hasta la gran puerta de cristal delante de mi, en ella hay dos hombres que al verme me abren la puerta muy gustosamente, ¿y se supone que tenía que tener invitación? Tonterías, hoy hacen una fiesta a la hija de el dueño, por su cumpleaños numero quince, en esto se gastan el dinero los ricos. Sigo mi camino mientras mis ojos se topan con una enorme sala blanca con retoques dorados y plateados en algunas esquinas, la sala esta llena de gente con vestidos carisimos seguramente, todos parecen de la alta clase y se comportan bastante raro, unos casi no mueven la boca al hablar, otros no paran de retocarse el peinado o mirar sus vestimentas, y otros sencillamente hablan y ríen como si tuvieran un limite de ruido. Hay una música suave tocando de fondo, es relajante pero intento concentrarme en lo que he venido a hacer. 

Planto una sonrisa falsa en mi cara cuando una pareja de ancianos pasa por mi lado saludándome, aun que la sonrisa sea falsa no pierdo los modales. Hago resonar mis zapatos de tacón avanzando hasta una camarera que hay paseándose por la sala y cojo una copa que tenia en la bandeja, seguido de ello me la tomo de un trago y la vuelvo a dejar en su sitio, camino en dirección a los ascensores del vestíbulo y pulso el botón. No espero ni mas de dos minutos cuando las puertas se abren frente a mi, me adentro con pasos cortos y pulso el ultimo botón, los despachos generales, donde la gente va a pagar su estancia, informar alguna queja o algo así. Se perfectamente en que puerta me voy a parar, llevo planeando esto desde hace un mes y medio, parecerá poco pero es importante para mi, literalmente ayer dormí mi primera noche completa desde que me informaron de lo siguiente.  

La vida, una carcelWhere stories live. Discover now