|O C H O|

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La risa de la pequeña Hanbyul se escuchaba en todo el apartamento. Corría y saltaba por los muebles, intentando escapar del supuesto ogro que quería comerla. Ese ogro era su hermano mayor, Hanbin. La seguía mientras gruñía y decía cosas como "Tengo tanta hambre. Deliciosa niña. Te comeré. . ." . Él intentaba no reír, con tal de parecer el horrible y enojado ogro que su hermanita se imaginaba.

¡Te atrapé! exclamó al tenerla entre sus brazos.

Ella gritó y pataleó entre risas, con la intención de librarse de sus fuertes brazos, hasta que le echó polvo mágico -e imaginario- al rostro, volviéndolo supuestamente ciego. Hanbin gruñó adolorido y se lanzó al piso cubriéndose el rostro. La pequeña solo rió y corrió fuera de su alcance. Hanbin se puso de pie y la siguió alrededor del hogar otra vez.

Llegar a casa después de un día estresante en la escuela era lo mejor. Solo por el hecho de estar con Hanbyul y jugar con ella. Lograba quitarle todo enojo y malestar que la escuela le causaba. Volver al instituto ya le daba ansiedad, y el trato y aislamiento de las personas lo irritaban. Fue un ogro horrible en el pasado, mas ahora intentaba volverse un caballero, como el que su hermanita se imaginaba cuando jugaban a las princesas, pero su mala reputación ya estaba presente y muy difícil sería deshacerla.

Minutos después decidieron jugar a las escondidas. Él fue el primero en esconderse detrás de las cortinas de la sala mientras ella contaba. Luego lo comenzó a buscar y Hanbin no paraba de sonreír al escucharla preguntar en dónde estaba con su dulce voz. Pasó un buen rato hasta que escuchó su risita muy cerca de él. De pronto abrió las cortinas, descubriendolo.

¡Te encontré! gritó feliz y Hanbin la cargó en sus brazos.

No, claro que no Y comenzó a hacerle cosquillas.

Cuando fue el turno de Hanbyul esconderse, se sentó frente a la pared y se cubrió los ojos, contando en voz alta. Escuchó sus piesitos correr fuera de la sala estar.

Cinco. . , seis. . , siete. . .

De pronto escuchó un golpe en seco y que su hermana comenzó a llorar. Rápidamente corrió hacia ella con el corazón latiendole a mil y la encontró en la habitación de él, tirada en el piso, su patineta a un lado de ella, y cubriendose el rostro. Se agachó frente a ella y la ayudó a levantarse.

¿Qué pasó, bebé? le preguntó con cariño mientras la abrazaba y acariciaba su cabello. Le apartó las manos del rostro y notó que tenía un golpe en su pómulo izquierdo. Rayos. Lo siento la abrazó otra vez, intentando calmar sus gritos.

Le dolía más a él verla llorar porque se haya hecho daño. Y lo peor es que él tuvo la culpa. La patineta era suya y la dejó en un mal lugar.

¿Hanbin? ¿Hanbyul? Su madre los llamó desde la sala de estar y la pequeña salió corriendo a su encuentro.

Hanbin la siguió después de guardar su patineta bajo su cama. Hanbyul aún lloraba y su madre examinaba su rostro con sorpresa, bolsas de comida en el piso junto a ellas. Su madre alzó la mirada hacia Hanbin con enojo.

¡Los dejo solos unos minutos y termina con un golpe! exclamó molesta mientras se ponía de pie con la niña en brazos.

Estábamos jugando y. .

¡Tan solo treinta minutos, Kim Hanbin! Por eso no me gusta dejarlos solos lo interrumpió mientras pasaba por su lado, en dirección a la cocina.

Hanbyul se había calmado un poco y su madre buscó una crema para el golpe de su mejilla. Hanbin recogió las bolsas de la compra y las llevó a la cocina para organizarlas.

Return {iKON & BlackPink}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora