Thomas

15 3 0
                                    

Me llevé el cigarrillo a los labios y expulsé el humo, echando la cabeza hacia atrás. Todavía me sigo preguntando qué coño hacía aquí.

He tenido que venir a esta estúpida fiesta de cumpleaños por culpa de Andrew, quién me ha dejado aquí solo, sin conocer a nadie y rodeado de niñatos salidos y borrachos, por estar con esta tal Lena. Llevo un tiempo viviendo aquí, pero ya estoy terminando las prácticas, y se ha aprovechado de esto para venir a verla. No sé qué le ha dado con la cría esa, de verdad que no.

Salí de allí, estresado perdido, cuando alguien se chocó contra mí al girar la esquina, tirándome la copa que tenía en la mano encima. Joder.

Me fijé en la responsable del desatre de mi camisa y la cogí por la cintura antes de que se pegase la hostia de su vida. La miré, no se si cabreado o ya aguantándome la risa por la situación. La noche no podía ir de mal en peor.

- A ver si tenemos más cuidado - Le solté, frío y borde, quitando mis manos de ella y tirando el cigarrillo por ahí.

- Yo... lo siento muchísimo... no me he dado cuenta ni por dónde iba - Apenas susurró, cabizbaja, lo suficientemente alto como para oírla.

Levantó la cabeza y sus ojos impactaron con los míos. Me fijé en ellos, estaban brillantes. Quizás por el acohol, cosa que no creía ya que se mantenía bastante bien en pie a diferencia de los demás, o quizás porque estaba apunto de llorar.

- ¿Estás bien? - La miré, con el ceño fruncido.

- Sí, gracias. Me tengo que ir. - Y con eso, se esfumó de mi vista casi tan rápido como había aparecido. ¿Quién coño era esa tía y por qué me había impactado tanto su mirada?

Pasé del tema, olvidándome de lo que acaba de pasar y me largué a mi apartamento. Necesitaba quitarme esta angustia de encima pero ya. Cogí el teléfono y llamé a Kate, ella era perfecta para estas ocasiones.

Me metí en la ducha, quitándome el olor a alcohol que tenía encima, y un cuarto de hora más tarde, ya la tenía en el baño, entrando en la ducha conmigo, sonriente.

- Hey Thom... - Sonrió coqueta y me atrajo hacia ella, besandome.

Kate era... ¿mi novia? Supuestamente sí. Mi padre odiaba que cada vez que saliese en televisión lo hiciese con una chica diferente, así que, para seguir ignorándolo y no tener que verlo más, hablé con ella. Conocía a aquella morena de ojos azules desde pequeño, ya que nuestros padres trabajan juntos y claro, nos criamos juntos. Acordamos ser una pareja formal para la vía pública, pero luego cada uno hacíamos lo que quisiésemos aparte. Y así era, pero eso sí, la única relación que teníamos y lo único que los dos buscabamos el uno del otro era sexo, y por eso que ella era perfecta para estas ocasiones.

Unas horas después, Kate ya se había vestido y  marchado. Estaba amaneciendo, aunque la mañana no pintaba demasiado bien. El agua caía a cántaros y las temperaturas habían bajado. Miré la hora, y para lo que quedaba, decidí vestirme e irme hacia el instituto dónde estoy haciendo las prácticas.

De camino en el coche, al pararme en un semáforo en rojo vi a aquella chica. A la chica de anoche, tumbada en un banco mientras el agua la calaba de arriba a abajo. ¿Qué cojones hacía ahí?

Me salí de la carretera y aparqué el coche en doble fila. Dios sabrá por qué estaba haciendo esto, porque yo no. Me bajé del coche con el paraguas y me acerqué a ella.

- Hey... rubia, ¿Qué haces aquí? Vas a coger algo - La cogí del brazo y la levanté de aquel banco, poniéndola debajo del paraguas.

- No me digas rubia... y, ¿quién eres? - Me miró, frunciendo el ceño.

- Soy Thomas, me tiraste una copa encima anoche, ¿recuerdas? - Me pasé una mano por el pelo. - ¿Qué haces aquí?

- Oh... sí, ya me acuerdo de ti. Yo... - Me miró dudosa, supongo que preguntándose quien coño era yo y qué hacía allí. Y la verdad, ni yo mismo lo sabía. - No tengo dónde ir ahora mismo, y tampoco me apetece ir a ningún lado.

- Bueno, de momento te vienes a mi coche, que te va a dar una hipotermia aquí fuera - La cogí del brazo, guiándola conmigo. Le abrí la puerta y ella entró.

Me monté en el coche y la miré mientras la curiosidad me mataba por dentro. No sé que chica se subía al coche de un extraño, pero ella parecía perdida, en todos los sentidos, así que supongo que eso iba a importarle poco ahora.

- ¿Hay algún lugar dónde pueda llevarte? - Encendí la calefacción y le di mi chaqueta, que poco iba a servirle con ese vestido mojado, la verdad.

Ella simplemente negó y agachó la cabeza. Joder. Qué hago ahora yo con ella. Tenía los labios morados y estaba temblando, si no hacía algo iba a ir a peor. Así que, decidí llevarla a mi apartamento, no tenía otro lugar para llevarla. Ahí por lo menos podría darse una ducha caliente y quitarse la frialdad de encima.

Y eso hice. Unos minutos después la estaba metiendo en la ducha, con ropa incluida. Me estaba preocupando de verdad. No había hablado en todo el camino, y no paraba de temblar.

- Gracias... - Por fin habló, en un susurro y se dió media vuelta, dándome la espalda, por lo que entendí que quería estar sola.

- Llámame si necesitas lo que sea... estoy aquí al lado. - Me pasé una mano por el pelo y ella asintió, a lo que salí del baño.

Miles de preguntas no paraban de rondar por mi cabeza. ¿Quién era esa chica? y ¿por qué parecía tener tanto miedo? ¿Y, miedo de quién? ¿O de qué? Y joder, ¿por qué cojones estaba haciendo esto? Ni si quiera sabía su nombre, y me moría de curiosidad por saberlo todo de ella,  pero lo peor es que no tenía ni idea de por qué.

In your arms [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora