Tina.
Al fin terminó el entrenamiento. Fue un día agotador, en la mañana clases en el Maop Teler School, caluroso y pesado lugar del cual salía a las 13:25 que era la última clase que tenía por el día; llegar a casa luego de aquella mañana era estupendo, casi como sentir que habia pasado años metida en aquel edificio -lo cual si lo he hecho, ya que estudio ahí desde hace más de 8 años.
Por las tardes siempre llegaba en el justo momento cuando Zure -mi madre- ya tenía la comida lista; llegaba a cambiarme el uniforme escolar la cosa mas tediosa del mundo, procedía a ordenar un poco la habitación y luego ir a la mesa a comer con mi familia, o en ocasiones (la mayoría de las veces) comía sola, ya que por mi horario de clases salía mucho después que la hora del almuerzo.
El segundo mejor momento del dia -ya que llegar de clases era el primero-, era cuando tenía que ir a mis clases de natación, me quedaban lejos de donde vivo, tal vez 45 minutos de camino pero nada me quitaba las ganas de ir. Nadar siempre me había gustado, incluso empecé a nadar a los 4 años y de una piscina no he salido. He hecho miles de otros deportes pero nunca he durado más de 2 meses, por otro lado, estoy en mis 12 años yendo a una piscina todas las veces posibles a la semana.
Yo Valentina Vasvi -Tina- sentía un amor inmenso por el deporte, era una conexión inigualable; para mi era formidable entrar a una piscina y apreciar en un clavado como el agua surgía desde las yemas de los deditos de la mano hasta el dorso de una manera tal que las burbujas producían una vibración lenitiva, siguiendo así hasta llegar a estar completamente sumergida en un mundo completamente diferente.
Mi papá llegó a buscarme en el complejo deportivo, me despedí de mis amigas e inmediato camine hacia el auto plateado estacionado cerca de las canchas de tenis. Comúnmente durante el trayecto -no muy largo, tal vez unos 3 minutos- musitaba una que otra canción, una de mis favoritas, Pompeii-Bastille.
Los entrenamientos eran fuertes, entrenamientos funcionales. Era imposible no cansarse de ellos y no por aburrimiento o monotonía, tenían un nivel de complejidad y dificultad que te obligaba a luchar por cada milesima de segundo de cada metro que se recorría en todo la hora de entrenamiento.
Me encantaba.
Al rato de llegar a mi casa, decidí tomar una ducha antes de cenar. Entré al cuarto de baño, me desprendi de lo que tenía puesto, retire pulseras que llevaba casi siempre y pase seguidamente a estar debajo de agradable aspersión que recorría de forma abstracta cada espacio de mi.
Cené una taza de cereal con leche ya que me daba pereza cenar otra cosa. Tomé mi laptop y me desplome en el sofá a escuchar algo de música y estar en mis redes sociales. Estuve ahí más o menos 1 hora y luego me fui a acostar para descansar, después de todo, estaba bastante cansada.
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Tropiezo Con El Amor
Teen FictionConocer el amor es el momento mas confuso se nuestras vidas. Es la fuerza que nos impulsa para hacer las cosas bien, a dar lo mejor de nosotros y nos lleva a relacionarnos con otros sentimientos. Tina y David, pequeños adolescentes, comprendían por...