- ¡Margaro! -giro a ver a mi compañero Rafael-. Oye viejo, ¿cómo te sientes?- Ya estoy bien -digo sin dar mucha importancia al tema.
- Si, bien cojo -ríe- hay carne fresca, han ingresado dos, al chico le decimos Apellido pues fue lo primero que dijo al presentarse, pero su hermana es hermosa, wey.
- ¿En el segundo ciclo? Han de estar locos. Supongo ya le tiraste los perros a la nueva.
- Quizás y a lo otro, sabes que Amanda me mataría, pero ya es hora de que tu tengas un buen rato ¿no?
- Hablando de rato, ¿me ayudas a copiar los apuntes en el almuerzo? -hago sonido de cachorro-. Es que no he tenido tiempo.
- Viejo, le diré a Amanda que te ayude.
- Quizás un buen rato con Amanda no estaría mal.
Recibo un golpe en el hombro antes de entrar al aula. Cambio mi faceta de cachorro amigable a perro en guardia. Veo al nuevo y mi rostro se relaja, no será un problema. Sus ojos grises rasgados, son algún tipo de imán.
- ¿Dónde está la nueva? -pregunto.
- En el B al igual que Amanda.
Al salir de Algebra Rafael me dejó plantado por lo que me dirigí a la parte trasera a fumar, escuché a unos chicos golpear a alguien, apoye mi espalda a la pared en espera, soy de ultimo año por lo que sé evitar enfrentamientos, aparte de que para ellos soy el cachorro preferido de Rafael. Me encendí un cigarrillo y a la segunda calada cruzaron frente a mí. Me incorporé y asomé un poco la cabeza, lo vi tirado, tan débil, caminé en su dirección, me agaché y le tomé del cabello para levantar su mirada.
- ¿Qué has hecho?
- ¿Es tu turno? -interroga, sus ojos no mostraban ira por lo que me despertó algo de lastima.
- Espero que odies historia porque no llegaras a tiempo -le suelto de golpe y tiro la colilla al suelo antes de pisarla-. Levántate o será más doloroso.
- Puedes matarme si gustas.
- No ando por ahí haciendo favores a cualquiera, pero ya es hora -me agacho, tomo su brazo, me doblo y lo apoyo en mi hombro antes de acomodar su cuerpo sobre mi espalda, rodea mi cuello con sus brazos y no sé porque me siento extraño como nervioso.
Siento su mirada sobre mi e inicio el trayecto.
- Gracias, pero puedo caminar solo.
- Cállate y no seas malagradecido, por cierto, no te atrevas a hablarme después de esto o la próxima te dejaré tirado.
Se me dificultaba caminar aunque su peso no ha de ser mucho, hace tan solo unos meses de la operación después del accidente de camino a la escuela donde mi hermana debería estar. Al pasar la puerta de la enfermería, no pude soportar nuestro peso y caí de rodillas con él en mi espalda, Marta se nos acercó asfixiándonos con un montón de preguntas, ayudó al chico que se quejaba por un golpe en el abdomen, tomé asiento porque sentía mi pierna arder, mire la hora. Diré que me sentí mal y por eso he faltado a clases, pensé.
Me he quedado dormido, el trabajo me va a terminar matando, siento que alguien toma mi celular del muslo, abro los ojos un poco, algo imperceptible, no tengo nada que puedan usar contra mí por eso no tiene bloqueo alguno, es él, no se que trama, pero me molesta, me cae mal este chico, cierro los ojos y siento que lo coloca de nuevo.
- Es un buen chico -es la voz de Marta.
- Podría ser, volveré a clases, gracias, Marta.
Me relajo y tomo una siesta, al rato miraría lo que él ha hecho en mi móvil.
Salimos, Rafael y Amanda quedaron en pasar por el restaurante, soy mesero.
En cuanto llegué a casa me percaté del aroma a comida, mi hermana ha llegado temprano.
- ¿Está Tatiana? -pregunto.
- No.
- ¿Cómo ha sido tu día?
- Desperdiciado -coloca un plato con arroz sobre la mesa.
- El otro año puedes ingresar, ya no estés enojada.
- Sí, ya estoy relajada sólo porque tú lo has dicho -dice sarcástica.
- La próxima semana me pagan -digo para cambiar de tema-. ¿Qué tal si vamos a comer?
- Necesito zapatos nuevos y tu respuesta es no puedo, saldré a ver un juego con las gemelas Brown.
- Está bien y no te preocupes, te traeré un par -Tomo el plato y una cuchara, lo sé no se ve bien, pero es mi mala costumbre.
Al salir de la ducha recuerdo lo del celular, me envuelvo la toalla a la cintura y busco no sé qué rayos en el móvil, no hay número, correo o algo así, tengo incluso el mismo saldo, iba a soltarlo sobre la cama cuando pensé en buscar las notas.
Gracias, te debo una.
Kisuke
- Patético -susurro, suelto el móvil y vuelvo a tener una sensación extraña.