He llegado tarde como siempre, siento un golpe a mi espala.- ¡Margaro! -es Rafael, acomoda su brazo sobre mis hombros- si otros compañeros te vieran con ese uniforme apostaría mi auto a que te dejan de tener miedo.
- ¿Qué quieres decir?
- Te veías como todo un marica, necesitas otro trabajo.
- Tú necesitas estudiar o reprobaras el año por tercera vez.
- Tú has perdido dos años -hace silencio un momento-. Perdona tú...
- Para -interrumpo.Entramos, miro al chico nuevo, me observa por un instante y frunzo el ceño, él baja la mirada, me dirijo a mi asiento, percibo un dulce aroma al pasar a su lado antes de sentarme. La maestra aun no llega por lo que Rafael se dirige a mí, gira a ver al nuevo antes de llegar al que se suponía era su objetivo; yo.
- ¿Acaso traes perfume de mujer? -dice Rafael, apoya sus manos en la mesa del chico-. Te he hablado.
- Ha sido una broma de mi hermana.
Rafael ríe.
- No quieras culpar a tu hermana por ser un mariposón.
- Al menos es un buen perfume, apostaría a que es de Vitoria -digo tratando de que deje de molestarlo y solo porque en una ocasión me ocurrió algo similar.
- Cállate, Margaro Emil.
Los chicos giraron al escuchar a Rafael llamarme por mis dos nombres y no solo eso, sino que él no suele mandarme a callar.
- Solo aléjate no vaya a ser contagioso y termines tirándole el jabón.
Rafael se acerca y me toma de la camisa, en ese instante la maestra entra y le ordena ir a su asiento.
No pude evitar vigilar constantemente a Apellido o Kisuke, no sé cómo debería llamarle. No quería que girara y me relacionaran con él. En el almuerzo todos comenzaron a molestarlo, a tirarle las cosas al suelo, nadie moriría por eso así que no me importaba, pasé por cosas así en la escuela.
Al salir la hermana de Apellido me detiene.
- Gracias por defender a mi hermano esta mañana, ¿de casualidad lo has visto?
- Yo no defiendo a nadie, pequeña, no soy un chico bueno -sonrío sínicamente y le tomo de la barbilla antes de retomar mi camino.
Luego todo fue como de costumbre. Salí del trabajo y era hora de volver a casa, caminaba a la esquina para cruzar la calle cuando esa chica cruzó a mi lado, cabello rubio, labios carmín y ese maldito aroma, ¿Por qué me ha hecho recordar a Kisuke?
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Al salir veo a Rafael.
- Pensé que estabas enojado -digo.
- Somos casi hermanos, viejo.
- Ayer lo olvidaste, Tito Rafael.
- ¿Estas enojado porque te llame por ambos nombres?
- Ya no soy un chiquillo.
- Sube -señala el auto.
- ¿Y Amanda?
- Hemos terminado anoche, pero luego te cuento.
Llegamos y antes de desmontarnos le dije que quería hablar de algo.
- Dime.
- Anoche he cruzado al lado de una chica muy guapa y algo de ella me ha hecho pensar en otra persona. ¿Qué crees que signifique eso?
- Que es hora de buscarte una gatita -me da un golpe en el hombro y sale del auto, sonrío y salgo.
Nos miramos.
- Esta noche paso por tu trabajo, lleva un buen cambio de ropa, iremos a tomarnos unas cervezas y ver que pasa.
Fue una mañana como cualquir otra, bullying, coqueteos, clases aburridas, chistes y castigos.
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Nos dirigimos a un grupo de chicas entre las cuales estaba la hermana de Apellido.
- ¡Hey! -es lo que dice Rafael cuando la ve-. ¿Cómo sigue tu hermano?
Una chica se acerca a la nueva y le dice algo al oído, la luz le da en el rostro y es cuando le reconozco, es ella, la chica del cabello rubio y los labios carmesí. Inconscientemente toco a Rafael con el codo. Ella escapa, pensé en perseguirle, pero Rafael me ha detenido y se ha acercado a mi oído.
- ¿Te gusta alguna?
Me siento algo perturbado.
- No, vamos por la cerveza que necesito relajarme un poco -respondo.
- Chico malo, ¿podrías ir a esperar a mi amiga cerca del baño? Se siente algo mal no vaya a ser que se desmaye y alguien se aproveche de ella.
- No te conozco -sonrío-, pero podría asegurar que eres una dramática.
- Vamos por unas cervezas...
- No, está bien -interrumpo a mi compañero-. Para que se aproveche otro mejor hacerlo yo.
Sonrío y lo dejo con las chicas.
Veo que sale y se acerca a mí.
- Tu amiga me ha dicho que te sientes un poco mal, te gustaría que saliéramos por un poco de aire fresco -digo.
Niega con la cabeza.
- ¡Vamos! No muerdo.
Salimos, camina delante y no me molesta en lo absoluto, tiene un bonito trasero.
- ¿Cruzamos? -le señalo el parque, hay muchas farolas encendidas, así no piensa que quiero aprovecharme de ella en algún callejón.
Asiente y caminamos.
- Sé que puedes hablar, le has susurrado algo a la hermana de... -hago una pausa para recordar el nombre de Apellido-, Kisuke.
Nos sentamos en un banquillo.
- No me gusta mi voz -dice débil, casi inaudible.
- ¿Así hablas todo el tiempo? -baja la mirada y pienso en algo para arreglar lo dicho-. Tendré que llevar un micrófono y estéreos a nuestra cita.
Levanta el rostro y bajo la luz he podido encontrar unos ojos grises, rasgados y perturbadores.