Erase una vez un paraguas solitario. Andaba todo triste, cabizbajo, taciturno y compungido por las calles sucias, rayadas, oscuras y hediondas de la ciudad.
La tarde era ambigua, no era cálida ni fría, nubosa ni asoleada, no corría una suave brisa ni hacía un ventarrón y definitivamente no era una tarde seca ni húmeda.
Miraba el cielo por si había algún vestigio de lluvia, pero sólo vio, palomas, gaviotas, cables y algunas bolsas volando desde la basura. Se sentía cansado, dolorido, angustiado y abatido, pero no lo suficiente como para no darse cuenta, sino que era perfectamente consciente de su estado deprimente.
Por lo mismo decidió que debía llover para sentirse mejor. Creía que sólo la lluvia podía hacerlo volver a sentirse dichoso, alegre, feliz o tan solo tranquilo. Al pensar en esta última palabra se dio cuenta de que sólo buscaba paz, ni siquiera felicidad, sólo paz, sosiego, calma y armonía entre él y su propia alma.
Estos pensamientos lo llevaron a buscar la forma de hacer llover.
Caminó errático con lágrimas ácidas de cólera y pánico, buscando, mirando, tanteando y olfateando... de pronto miró al cielo y vio a la paloma. Como desesperado fue corriendo a encaramarse entre unos cachureos y le gritó hacia arriba para pedirle que lo ayudara:
- Paloma – Paloma...!!!
- (sin respuesta)
- Hey....acá abajo.....acá.....yo, el paraguas.....!!!
- (sin respuesta, mirando hacia abajo)
- Oye, paloma, por favor ayúdame a encontrar la forma de hacer llover o que caiga un aguacero, un diluvio o aunque sea una llovizna.....porfa?
- Pero qué es lo que estoy viendo, tú un sucio, feo, negro y roto paraguas, te dignas a hablarme a mí, a la dueña y señora de los cielos de esta urbe.....? (sin dejar de volar)
- Perdón señora, no sabía que usted tenía tan noble cargo en esta parte de la ciudad.
- Mira paragucho, perdono tu atrevimiento sólo porque soy un ser piadoso, compasivo, bondadoso y humilde. Y como soy tan indulgente es que no quisiera ver que pierdes tu tiempo o haces el ridículo (volando en círculos)
- Entonces, me va a ayudar?
- Pero eres tonto, leso, tarado o qué..? acaso no sabes que nadie puede hacer llover?. Nadie nunca jamás, de modo alguno en lo absoluto ha logrado hacerlo.....por lo tanto qué te hace pensar que tú lo lograrás?
Y sin mediar más palabras, dio media vuelta y se fue volando a la plaza. Allí podía hacer alarde de su nobleza y ser admirada por su público, pero al poco volar sintió lástima por el paraguas y le gritó desde arriba: Olvídalo.....es imposible!!! ...y con estas palabras sintió que había hecho su buena acción del día por ayudar al prójimo, y acto seguido se olvidó para siempre de él.
Éste casi le encontró razón y por poco se sintió derrotado pero no lo suficiente como para echarse a morir, lo cual no significa que no se sintiera completamente ridículo, paupérrimo, gélido y translúcido. Miró hacia arriba y le pidió disculpas nuevamente por haber interrumpido su vuelo pero ella ya no lo oía y el paraguas siguió buscando algo o alguien que lo ayudara.
Caminó y caminó, contando y ordenando sus pensamientos caóticos, fantásticos, incrédulos y utópicos. Anduvo por callejuelas y avenidas, por pasajes y callejones y sin darse cuenta llegó hasta el muelle con su habitual bulla de gentío: ambulantes, lancheros, heladeros y turistas, también la bulla de las cosas: barcos, lanchas, grúas y camiones, y la menos peor de todas, la bulla de la fauna porteña: perros, gatos, palomas y gaviotas por doquier...
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Historia de un Paraguas
Short StoryLa felicidad o la tristeza, el encanto o la decepción, la belleza o la fealdad son una opción. Siempre uno puede optar por uno de los dos caminos. Si sufro una pérdida, de un amor, un amigo o una cosa, puedo optar por sentirme triste por la pérdida...