Día 108 de 365

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La habitación permaneció en silencio; y se escucharon las agujas del reloj marcando el tiempo tan relativo  que se vio apasiguado por tus latidos.

Pronto comprendí, aquello que escuchaba era el compás perfecto entre su corazón y el mio, marcando en perfecta armonía, encajando en cada latido, su alma y la mía hasta llegar a un suspiro.

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