Pilar había terminado de almorzar cuando recibió la llamada. Era Adán; incluso antes de contestar, algo en su interior le dijo que estos no podían ser buenas noticias.
-Adán, buenas tardes.
-Pilar –el tono de él denotaba un sentimiento de urgencia_, sucedió algo inesperado: el estado de tu madre se complicó.
Esa era una expresión vaga, pero al mismo tiempo, lo suficientemente clara para dar a entender que se trataba de algo preocupante; la chica se puso de pie y caminó al cuarto, para tomar el bolso de mano y la billetera, mientras luchaba con el nerviosismo, que detonó antes de haber Terminado de procesar por completo esas palabras.
–Voy para allá.
–Estoy llegando a tu hotel, te llevo.
–De acuerdo.
Se trataba de algo inesperado; estuvo a punto de preguntar por qué estaba llegando al hotel en vez de haberle avisado con anticipación, pero descartó esa idea; podía ser que simplemente estaba en las cercarías de forma circunstancial, y de cualquier modo, eso era irrelevante.
–Te espero en el estacionamiento, estoy a tres puestos a la izquierda de la salida del ascensor.
Pilar subió al automóvil de Adán, que se mostraba tan reservado y contenido como ella, algo distinto de la arrolladora seguridad de antes.
– ¿Qué te dijeron?
–Solamente llamaron para decirme que Carmen sufrió una complicación; lo que no entiendo es por qué no te llamaron a ti, creí que ya lo sabías; te llamé cuando la persona que me contactó dijo que no había llamado a otra persona.
A Pilar eso le sonaba extraño también, pero si estaba segura de algo, era que en ese momento no le interesaba en absoluto, y mucho menos lo que tuviese que ver con Micaela, la galería de arte o el abogado Izurieta: su madre estaba complicada y debía estar con ella.
Llegaron a la clínica Santa Augusta y se disponían a ingresar por una entrada lateral, pero una pareja de oficiales de policía los retuvieron, indicando que se trataba de un control de documentación de rutina.
–Buenos días, necesitamos sus identificaciones.
Ese procedimiento estaba demorándolos. Pilar estaba impaciente, pero buscó rápido en su bolso y se la entregó al oficial.
–Por favor, mi madre está grave, necesito entrar a verla.
El policía consultó una información en su pantalla y luego se comunicó por interno.
–Señorita, no puedo dejarla pasar.
– ¿Qué?
–Usted tiene pendiente una citación con un tribunal, por seguridad no puedo dejarla entrar. Tenemos que confirmar lo que esté pasando, baje del auto, por favor.
Pilar se quedó de una pieza al oír semejante comentario; ni siquiera llevaba una semana en el país, luego de varios meses de ausencia, era absurdo que ocurriera algo como eso. Sin embargo, Adán intervino en el acto, y parecía estar en control de la situación.
–Escuche, la madre de ella está aquí, es una paciente importante de la clínica. Soy asesor de Carmen Basaure, me haré responsable de todo mientras tanto, su hija no va a ir a ninguna parte; además, acaba de llegar del extranjero, si tuviera algún asunto pendiente con la justicia, ya lo sabríamos. Seguramente es alguna clase de error.
El policía, viéndolo actuar con tanta seguridad, cayó bajo el influjo de sus palabras.
–Veré lo que puedo hacer ¿Quién me dijo que es la paciente?
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La traición de Adán
General FictionEn el mundo del arte y los grandes negocios no todo es belleza y sonrisas. Adán ha utilizado su atractivo, encanto e inteligencia para ascender, pero pretende alcanzar los más altos puestos, el éxito y el dinero que siente que merece, y para ello es...