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— Sobre mi cadáver —

Las dos tazas feas que Niall estaba sosteniendo a la altura de sus ojos lo estaban ofendiendo más que cualquier otra cosa que lo hubiera visto hacer esa semana.

Ahora, si no estuviera tan ocupado demostrando su profundo disgusto con cada facción de su rostro a lo que Niall pretendía comprar para llevar a SU departamento, se hubiera tomado el tiempo de felicitarlo por esa proeza. Las personas solían disgustarlo haciendo menos, pero Niall había sido el único con la habilidad suficiente como para aún mantenerse en el trabajo y eso era un record importante en su libro.

En su mente se convenció de que la razón de eso tenía más que ver con la circunstancia en la que Harry se encontraba (que no lo permitía ser tan selectivo) más que el carisma de Niall o el extraño dejo de inocencia que tenía en los ojos cada vez que hacía algo que Harry hubiese repudiado en cualquier otra persona. Su madre y su constante cacareo y obstinación en conseguirle a alguien con quien estar eran definitivamente el factor preponderante y Harry ya había hecho una elección. Ya le había dado el trabajo a Niall y se había ocupado de soltar pequeñas pistas, por aquí y por allá con su madre para darle a entender que estaba en una relación con un Desmarcado que estaba a punto de mudarse con él.

Despedir a Niall y buscar a otra persona sería una pérdida de tiempo demasiado grande que no quería asumir.

Niall le acerco más la taza, tanto que le toco el pecho, asi que la tomo.

Frunció el ceño mientras la observaba solo para hacerle creer a Niall que aquel objeto lo asqueaba más de lo que en realidad hacía, y definitivamente para ocultar la pizca de gracia que se asomaba por sus ojos.

— ¿I like big books and i cannot lie? — Leyó a regañadientes, mientras la escaneaba con más más detalle — ¿Y porque tiene un libro bailando?

Definitivamente no quería que su asistente supiera que la taza le parecía simpática. Era estúpida, de poco gusto, y ridícula con todas sus letras. Otra parte de él, más escondida, creyó que la taza estúpida estaba bien diseñada, era grande y por alguna razón le parecía correcto que combinara con la taza de Niall, que leía "I'm fucking magical" y tenía un unicornio pintado a trazos negros y unos pocos colores aquí y allá (de las dos esa era definitivamente la más fea)

El rubio sonrió satisfecho de ver la taza en sus manos y continuo mirando el gran escaparate de donde las había sacado — A los genios no se les cuestiona —

— Difícilmente catalogaría como "genio" a alguien por diseñar un librito bailando y un chiste cursi —

— No insultes así a tu taza

Harry puso los ojos en blanco y dejo la atrocidad en el carrito al lado de la de Niall. Luego, y solo para evitar más elecciones ofensivas, sacó de la parte de abajo del escaparate un set de otras cuatro tazas cualquiera.

— Con estas estaremos bien — Le dijo, y Niall miro de reojo su elección para sacar platitos a juego.

— Lo que digas, jefe.

Continuaron comprando con Niall empujando el carrito y Harry cuestionándose la existencia.

La pregunta no era ¿qué demonios hacía preocupándose de la vajilla? Si no más bien ¿Cómo había llegado a la tienda departamental sección deco-hogar en primer lugar?

La respuesta estaba entre el momento en que Harry abrió la puerta de su cuarto de hotel a un Niall más luminoso que de costumbre y las palabras que le había dicho para convencerlo de salir de allí.

Había comenzado con un "salgamos un segundo para que dejes de aterrorizar a las mucamas" y Harry no recordaba más. El pensamiento exacto que lo convenció a salir sería por siempre un misterio.

mi marca en ti «narry»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora