Capítulo Uno

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Capítulo Uno

UNA CASA EN LA CALLE DAEJEON

Eran las vacaciones de primavera en Seúl, Lee HyukJae reflexionaba, tenía una mezcla de emociones. Amaba los frescos días soleados, el aroma de las flores y sus brillantes colores. Amaba la sensación del vigor y la excitación. Incluso amaba la repentina explosión de la gente en las calles que habían estado casi desnudas durante el invierno.

Lo que no amaba era el tráfico extra.

-Vamos, vamos, -murmuró cuando el tráfico de nuevo lo tenía defensa con defensa-. Hoy no, por favor hoy no.

HyukJae estaba de mal humor. Él se quedó dormido por casi una hora y llegó tarde a su cita con el dentista. En el camino desde el dentista al restaurant en donde trabajaba, se le ponchó una llanta. Al cambiar la llanta se manchó de grasa la camisa y el pantalón, forzándose a regresar a su departamento a cambiarse, y ahora él iba tarde a su clase de cocina. A sus estudiantes probablemente no les molestaría pero a HyukJae sí. El odiaba llegar tarde.

Para cuando estacionó su Porsche en el estacionamiento privado del restaurant, eran diez minutos tarde de la hora que debería de haber comenzado la clase. HyukJae empujó su billetera en el bolsillo de la chaqueta de su traje, cerró la puerta del carro y se apresuró a la banqueta.

Llevaba solo media cuadra cuando una voz llegó detrás de él. - ¡Oye!

HyukJae lo ignoró, esperando que la persona estuviera hablándole a alguien más. No tuvo suerte.

-Oye, ¡chico del traje! -el hombre gritó.

HyukJae se mordió su urgencia de gritar. Se giró esperando enfrentar a alguien que le pediría dinero. Lo que vio fue un par de ojos curiosos color chocolate, en una cara con altos pómulos y delicadamente cincelada mandíbula. El hombre era pequeño, el cabello levantado y castaño, haciendo que su cremosa piel brillara. Dejando que su mirada bajara en un repentino silencio, HyukJae vio los esculpidos músculos bajo la ajustada camiseta verde, los desgastados jeans moldeaban sus delgadas caderas y muslos.

Nunca en su vida había visto a alguien tan hermoso.

Le tomó un momento darse cuenta que el hombre le estaba hablando. -Lo siento, ¿qué decías? -HyukJae le preguntó, ruborizándose.

El hombre le sonrió, una sonrisa que iluminó su rostro. -Compañero, se te cayó la billetera. -Extendió su mano. Bastante seguro, que sostenía la billetera de HyukJae en su palma.

HyukJae la tomó sin alejar la mirada de la cara del extraño. Sus dedos lo rozaron, enviando una onda eléctrica por el brazo de HyukJae. -Gracias, muchas gracias, -le dijo. Su voz se oyó gruesa.

-No hay problema -El hombre le sostuvo la mirada, sus grandes ojos para nada tímidos-. Entonces, ¿vas de camino al trabajo?

HyukJae se limpió la garganta. -Sí. Sí, lo estoy. - ¿Dónde trabajas?

-The Falls. Justo calle arriba. -HyukJae señaló hacia el restaurant. -Soy el chef principal.

-Wow. De lujo. -El extraño sonrió ampliamente, su mirada recorrió el cuerpo de HyukJae -. ¿Quisieras cocinarme un desayuno alguna vez?

Oh mi Dios, una impactada vocecita murmuró en la cabeza de HyukJae . Él está coqueteándome.

La boca de HyukJae actuó antes de que su cerebro pudiera recuperarse. - ¿Te gustaría salir conmigo? ¿Podemos ir por unos tragos después del trabajo?

El brillo en sus enormes ojos hizo que las rodillas de HyukJae se aflojaran. -Diablos, sí, yo salgo a las diez ¿y tú?

-Nueve y media, -HyukJae contestó, sintiéndolo algo irreal- ¿Dónde trabajas? ¿Puedo pasar por ti?

-La Cueva del Dragón. Soy un artista de tatuajes. ¿Sabes dónde queda?

-Sí -HyukJae sonrió, sabiendo que se veía tan aturdido como se sentía y no le importaba-. Nos vemos a los diez.

El hombre se lamió los labios. -No puedo esperar.

HyukJae guardó su cartera en el bolsillo, más seguro esta vez. No podía dejar de ver la boca tan besable del hombre. -Bien. Hasta entonces.

Él ya había empezado a caminar, cuando el hombre le llamó de nuevo. -Oye, ¡Chico del traje!

HyukJae se giró tratando de verse casual. - ¿Si?

- ¿Cuál es tu nombre?

-Lee HyukJae. -HyukJae dijo, sintiéndose tonto por no haberse presentado-. ¿Y el tuyo?

Él le dio una amplia y pecaminosa sonrisa. -Lee DongHae. Nos vemos a las diez, HyukJae.

HyukJae vió a DongHae girarse y caminar alejándose. El pensar en sostener ese hermoso cuerpo, besar esos labios encendía su interior. Él caminó tan rápido como sus piernas lo movieron hacia The Falls, donde su clase esperaba.

Casi había olvidado que iba tarde. El silbó mientras caminaba por la banqueta, su mal humor se había ido con sus divagaciones.

-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-

HyukJae pasó el resto del día flotando en un estado parecido a la sorpresa. El encuentro con DongHae seguía repitiéndose en su mente. No podía creer que DongHae hubiera estado tan interesado, o que el mismo hubiera sido tan atrevido. Eso no parecía real.

-HyukJae .

Se sobresaltó al oír la voz de su jefa detrás de él.

- ¿Si,Sunny?

- ¿Necesitamos Champiñones shiitake? Jungshin irá al mercado mañana a surtir la despensa, así que pensé en revisar - Kim Sunny, la propietaria y gerente de The Falls, le sonrió-. ¿Qué te sucede? Hoy has estado en otro planeta.

-No es nada, -dijo HyukJae, manteniendo su mirada en un gran plato de sopa de langosta que él estaba agitando-. Tuve una mañana difícil, eso es todo.

-Mm-hm. Eso es por lo que has tenido esa tonta sonrisa pegada en la cara todo el día. Cierto.

HyukJae vio fijamente a Sunny. Ella tenía esa sonrisa presumida que le decía que lo sabía -sabía que ella era astuta- todo sobre esto. -No tengo una tonta sonrisa. Y sí, dile a Jungshin que traiga champiñones. Apenas y tenemos suficientes para esta noche.

-Champiñones, lo tengo. Y sí la tienes. -Ella se acercó y le dijo en voz baja-. Espero que te des cuenta que va a haber rumores mañana.

HyukJae levantó la cabeza e ignoró el calor de sus mejillas. -Te aseguro que no sé de qué hablas.

-Bien, será a tu manera. Pero te lo sacaré. -Sunny se giró para irse-. Tu jefa demanda detalles.

HyukJae esperó hasta que ella estuviera fuera de su vista para dejar de sonreír. Sunny y la mayoría de las mujeres del personal invariablemente estaban alrededor de él después de una de sus raras citas, preguntándole directamente las cosas más sorprendentes. ¿Lo besaste? ¿Es bueno en la cama? ¿Qué tan grande es? No había detalle demasiado pequeño o demasiado personal; ellas lo querían saber todo. Con todo lo que había vivido, él nunca había entendido el pensamiento que las mujeres parecían compartir, cuando se trataba de salir en citas.

Un repentino pensamiento golpeó a HyukJae como un ladrillo entre los ojos. Se quedó viendo a la pared, olvidándose de agitar la cuchara.

-Oh mi Dios -dijo cerca del gabinete de las especies-. No tengo ningún condón.

Después de un momento, él se encogió de hombros y regresó su atención a la sopa. Bueno solo tienes que ir a la casa de DongHae. La posibilidad de que DongHae no tuviera condones nunca se le cruzó por la mente. Tampoco la posibilidad de irse a casa solo.

La Evolución del Amor {EunHae}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora