La puerta resono estruendosa y Helena corrió hasta ella, ajustando la tira de su bata, para abrirla de un tirón. Del otro lado una chica alta, delgada, con pelo de color castaño claro y de ojos marrón café, miraba a su mejor amiga casi haciendo un puchero.
-¿Estás bién?
Fué suficiente para la chica. Hechandose a llorar, se lanzo a los brazos de su amiga y se refugió en su cuello que pronto se humedecio por las mismas lágrimas.
-Son las cuatro de la mañana, Kayla. Casi me dá un ataque cuándo me llamaste llorando y corriendo por la calle.
-Lo siento, lo siento. En verdad lo siento.
-¿Qué pasó?
-Mauro. ¿Qué más me podría pasar más que él? Mi eterno karma.
Helena la hizo pasar, cerrando la puerta tras ellas, y la sentó en el sofa.
-Cuentame, ¿qué hizo el idiota esta vez?
-En la tarde, me había pedido que me vistiera hermosa porque ibamos a tener una cena importante. Lo hice. Me puse el vestido negro ajustado, el de media manga. Me pinté-sonrió la chica, mientras más lágrimas caían- y me perfume.-miró a su amiga- Pero jamás llegó. Apareció hace una hora. Borracho, oliendo a cigarrillo, con marca de labial en la camisa. Su cuello todo marcado por mordidas. Lo insulté y él me devolvió los insultos. Le dije que ya no sabía para que seguíamos con esto si esto iba a pasar siempre. Helena, estoy cansada. Esto lleva siglos así y estoy agotada.
-¿Que hiciste?
-Lo dejé.
-¿De nuevo?
-Sí.-agachó su cabeza, avergonzada por las palabras "¿De nuevo?".
-¿Y crees que esta vez sí dure?
-Eso espero porque no quiero volver con él.-miró a su amiga y le tomó las manos.- ¿Puedo quedarme esta noche aquí? Sólo será esta noche y...
-No me vengas con tus frases educadas. Tienes la cama y la bañera lista para que te duches y te acuestes a dormir. Mañana vamos por tus cosas.-le palmeo la rodilla y se levantó.
Kayla la miró, sorprendida.
-Okey. Gracias... Buenas noches.
-Buenas noches.
Kayla sacaba la última caja con sus pertenencias y se la daba a Helena, que salía del departamento y se la daba a Marco, el amigo en común de ambas, y volvía a entrar. Justo en ese momento, pudo oír como Mauro lloraba.
-Por favor. Por favor, no te vayas. Cinco minutos te pido. Sólo eso. Déjame solucionar las cosas.
-Cuatro años tuviste para arreglarlo, Mauro. No vengas a querer hacerlo ahora. Ya es tarde. Me voy.-dijo y se colgó el bolso lleno con algunas prendas de ropa en el hombro y tomó una maleta que había quedado sola en medio del departamento.
-¡Vas a volver! ¡Como siempre! ¡Ni siquiera tendré que ir a buscarte! ¡Porque no te puedes alejar de mí! ¡No hay nadie mejor que yo para tí, Kayla! ¡Recuerda eso!
-¡Púdrete imbécil!-le gritó Helena y, luego de enseñarle el dedo de en medio y decirle que podía meterse uno parecido por dónde no le daba el sol, cerró la puerta de un portazo.- Bien. Vamonos. Marco espera abajo.
Marco, un chico moreno, alto, con la cabeza rapada, levantó la vista cuándo ellas salieron y le tomó la maleta a Kayla.
-¿Listo, muñeca?
-Sí. Eso es todo.
-Muy bien. Sube a la camioneta.
Kayla levantó su mirada hacia la ventana que daba a su departamento y vió a Mauro, que la miraba con lágrimas cayendo por sus mejillas. Tragó saliva.
ESTÁS LEYENDO
Toxic
Romance¿Quién no ha estado en una relación tóxica alguna vez, lamentablemente? ¿Quién no ha leído sobre relaciones tóxicas alguna vez? Se han visto toda la vida, durante siglos y no solo en una pareja. En amigos, en familias, en trabajos. Pero esta vez hab...