Capítulo 4

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Son innumerables las veces que Mauro engañó a Kayla y se irán contando a lo largo de la historia pero hay una. Una ocasión que Kayla recuerda muy bién.
Fue cuando apenas llevaban dos meses de novios. Kayla había salido con dos de sus amigos (Helena y Marco), habían ido a un bar para relajarse un poco. Le había parecido bastante extraño que una de sus amigas, Kiara, no hubiera salido con ellos. Finalmente, entre risas y tragos, se olvidó de ella y de todas sus preocupaciones.

Cerca de las cuatro de la mañana, Kayla regresó al departamento que compartía con Mauro. Antes de abrir la puerta, a la chica le habia parecido oír algo extraño pero dió por sentado que era por su ligera borrachera. Entró y mientras se quitaba los zapatos, se desataba el pelo y aflojaba el cierre del vestido, caminó hacia la habitación para abrir la puerta de par en par.

-Amor, ya llegué. ¿Estas...?

Las palabras de trabaron en su garganta. En su cama se encontraba Mauro, sí, pero no estaba dormido, sino arriba de su amiga. Kayla había dejado caer el bolso y fué cuándo ambos la vieron. Kiara había soltado un grito y apartado a Mauro de un empujón para cubrirse con las mantas, este se tapó la cintura y alzó las manos hacia Kayla.

-Kayla, amor, puedo explicarte...

-¿Qué... qué... qué están haciendo?

-¡Es culpa de Mauro!-había gritado Kiara de repente.- ¡Él me obligó!

-¿Puedes callarte?-le exigió el chico, mirándola con mala cara.

-¡Me dijo que ya no te amaba! ¡Que solo estaba contigo porque le dabas lástima! ¡Te lo juro, Kayla!

-¡Cierra la puta boca, idiota!-le gritó tomandola de los brazos y sacudiendola- ¡Deja de decir idioteces!

-Kiara...-lo dos la miraron hacerse a un lado de la puerta- vete, por favor. Quisiera hablar con mi novio.

La chica asintió con la cabeza y tomando su ropa del suelo, salió corriendo de la habitación, envuelta en una sábana.

-Kayla, mi amor...

-Vístete... y vete de aquí... por favor.

No recuerda que fue lo que pasó después, todo se veía borroso. Quizás, lo último que recuerda es haber llorado, como siempre.

Kayla se secó la cara y se miró en el espejo.

-Has pasado muchas cosas, ¿eh, amiga?

Suspiró y colgando la toalla en un perchero, salió del baño. Helena estaba en la isla de la cocina, preparando unos daiquiris de frutilla.

-Ay-dijo Kayla acercandosele para darle un abrazo-, me preparaste alcohol. Eres un dulce de leche.

-Lo se, lo se. Soy el amor de tu vida. Toma.-le extendió un vaso redondo y ambas se dirigieron al sillón.

Kayla suspiró y poniendo los pies bajo su cuerpo, revolvió el trago con la bombilla negra cortada con una maestría de la cual sólo Helena era capaz.

-¿Sabes de lo que me acordé mientras me bañaba?

-¿De qué?

Helena la miró, llevándose la bombilla a los labios y Kayla pensó rápidamente en que haría ella sin su mejor amiga.

-En aquella noche con Kiara...

-Ay, Kayla, ¿por que piensas en eso?

-Sólo me vino a la memoria. ¿Como pudo acostarse con Mauro?-la miró- Era nuestra amiga.

-No me hagas acordar...

-Y otra cosa... ¿Como es que yo volví con él después de eso? ¡Se había acostado con mi amiga! ¿Qué estaba mal conmigo?

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora