Capitulo 3

13 4 0
                                    

Cuando Kayla y Bruno llegaron al departamento de la chica, el silencio los rodeó por completo.
-¿Quieres un café?-le preguntó la chica, cortando la membrana del silencio.
-No, gracias. Deberia irme ya.
-¿De verdad?
-Sí. Lo siento. Mañana trabajo.
-Ah, okey. Esta bién.
El silencio volvió a reinar y Kayla miró sus manos jugar entre ellas, a la vez que Bruno fijaba sus ojos sobre los pies.
-Gracias por la cita. La pase muy bién.-le dijo Kayla.
-Yo también. Gracias por aceptar mi invitación.
Kayla le sonrió y Bruno caminó hacia la puerta. La chica le abrió y salieron pero el chico se detuvo en el descanso.
-Me preguntaba ... ¿quieres volver a salir?
Kayla sonrió y se apoyó en el filo de la puerta.
-Es una cita.
Bruno sonrió y se despidió con la mano para luego bajar la escalera rápidamente.
Una vez que Bruno desapareció de su vista, Kayla cerró la puerta; se giró con una sonrisa boba y entró a su habitación.

Kayla abrió los ojos, algo no andaba bien. Un gran barullo le molestaba los oidos pero este no se hizo claro hasta que se despertó del todo. Entonces se percató de que era Helena y que gritaba palabras inentendibles como una lunática. Kayla se levantó de un salto y, asustada, salió de la habitación y aunque lo que vió, no era lo que esperaba, le afectó de igual forma o peor.

La puerta del departamento estaba abierta, Helena gritaba al hueco de la entrada y movía sus brazos con brusquedad pero eso no era lo que Kayla miraba, ni siquiera era consiente de ello... Del otro lado del marco de la puerta, estaba un palido, flaco, desgarbado, triste y miresable Mauro.

Cuando él la miró, las lágrimas comenzaron a descender por las mejillas de Kayla y sin importarle si Helena lo golpeaba o no, Mauro entró en el departamento y abrazó a su ex novia. Lentamente Kayla levantó sus manos y correspondió al abrazo, aferrándose a los hombros del chico, cerrando sus ojos e inspirado profundo el aroma a Mauro. Fresco, varonil, seguro, cálido. Algo se movió entre sus entrañas que le hizo apretar más el abrazo.
-Yo también te extrañé -dijo Mauro, acariciando su espalda.- Tranquila, no llores. Yo también estoy temblando pero deberiamos calmarnos.
Entonces, recuperando algo de compostura, Kayla se apartó y se limpió las lágrimas. 

-Helena, ¿podrias dejarnos un momento a solas? -miró a su mejor amiga y la cara de desaprobación que esta le daba la hizo sentir mal- Por favor.
Helena gruñó y tomó las llaves del llavero y salió del departamento con un portazo.
Kayla suspiró y miró a Mauro, quién se abalanzó sobre ella y devoró su boca. La chica abrió sus ojos por la sorpresa y soltó un gemido involuntario, eso fué tomado como una señal por el chico, quién gruñó en respuesta y la pegó a su cuerpo.
-No.-dijo Kayla sobre su boca- Basta. Detente. ¡No!
Lo apartó de un empujón y Mauro la miró confundido, agitado y Kayla sintió derretirse al verlo así.
-No puedes hacer eso.-dijo, sin embargo, molesta .- Vienes aquí, te apareces en mi puerta después de dos años, me haces un escándalo al decirte que no quiero verte. Luego te vuelves aparecer, ¿e intentas acostarte conmigo? ¿Quién te crees que eres, Mauro? 

-Esta bién. Tienes razón. Lo lamento.-dijo, levantando las manos.- Me pasé. Lo siento pero en verdad necesito hablar contigo.
Kayla lo quedó mirando y finalmente le asintió. Le señala uno de los sofás y ambos se sientan.

Mauro titubeo antes de tomar una mano de la chica, quien se puso alerta de inmediato.
-He venido a que me perdonas, Kayla. Sé que esos años fueron la peor mierda que te hice vivir. No te valore como te merecias. Te mentí...
-Me metiste los cuernos incontables veces...-lo interrumpió ella y lo miró, notando una mueca de dolor en él.
-Sí... sé lo que hice y me arrepiento.-apretó su mano con delicadeza- La culpa no me deja en paz, puedes creerme.
-Esta bién.-dijo Kayla y le sacó la mano de un tirón- No seas exagerado, ¿quieres? No te creo nada. ¿Quieres mi perdón para que puedas seguir cogiendote cada mujer que conozcas? Perfecto, lo tienes. Te perdono por toda la mierda que hiciste durante esos cuatro años. Puedes irte en paz, pobre condenado.
-No me trates así, Kayla. Vengo con la bandera blanca y tú me atacas. Déjame al menos terminar lo que queria decir.
Con un suspiro, la chica deja que Mauro continué. 
-Aunque tu perdón también es lo que vine a buscar, no es por eso que he venido a verte en realidad.-dijo y se apoyó sobre una rodilla, con la mano de Kayla atrapada entre sus manos de nuevo- Kayla, ¿puedes darme otra oportunidad ?

ToxicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora