Capítulo 1: Asesinato en el Barrio Blanco

50 1 0
                                    

La lluvia cae ferozmente en esta noche de verano. La joven corre bajo la lluvia, sabiendo que llega tarde, cubriéndose la cabeza con los brazos, sin hacer muy efectiva su intención de mojarse lo menos posible. Se acerca a la multitud, iluminada por las luces parpadeantes de los coches de policía en la zona, y trata de hacerse paso a través.

Dentro del perímetro, el inspector en jefe y su ayudante observan el cadáver que les ha llevado a ese infame lugar, cubiertos de la vista de los curiosos por una fila de policías, colocados uno al lado del otro. La joven atraviesa la multitud y empieza a rebuscar por sus bolsillos. Al dar con lo que busca, lo saca del bolsillo y, como había entrenado delante del espejo anteriormente, muestra su placa.

―Inspectora Erika Sakaki. ―le enseña la placa al policía más cercano y con control en el cordón policial.

El policía hace al lado la barrera dejando entrar a la inspectora. Al notar la llegada de ésta, el inspector en jefe y la ayudante, se acercan, cubriéndose de la lluvia con un paraguas al salir de la carpa que aislaba el cuerpo de las condiciones ambientales montada por los forenses.

―Llega tarde, inspectora Sakaki. ―recrimina velozmente la ayudante de la sección con cierto tono de auto autoridad. ―no crea que por ser su primer día desde su nombramiento tiene permitido retrasarse.

La chica de su edad que le amonesta cortándole el paso es la ayudante del departamento, un cargo que se debe pasar antes de ser inspector y que Sakaki se había saltado completamente. Ella lleva el cabello recogido totalmente en un moño, siendo su pelo de color castaño. Se recoloca las gafas de contorno negro, sin motivo aparente, las cuales esconde unos ojos oscuros.

―No había patrullas disponibles para traerme. ―se excusa la inspectora, mirando la carpa donde yace el cadáver de la víctima, sin prestarle demasiada atención a la ayudante.

Parecía querer seguir recriminando la falta de puntualidad, esa ayudante tan pesada, pero, además de no tener un rango superior, el inspector en jefe la frena, con un simple gesto de la mano, para que no siga.
No es la primera vez que Erika se encuentra al inspector. Cuando le llevaron a la central, le presentaron brevemente al que sería su superior. Uno de los inspectores veteranos de la central y de los que más experiencia tiene. La impresión de aquel día persiste en Sakaki. Ese hombre le daba la sensación de ser sabio y reflexivo. Ya viste canas, pero, aun así, si le ve ágil y enérgico. Es corpulento y un poco más alto que la inspectora. Sus ojos demuestran los años de fortalecimiento y la fuerza, siendo estos de un tono ámbar.
El jefe, se gira, y empieza a informar sobre la situación sin darle importancia a lo tarde que ha llegado su nueva subordinada.

―Se ha confirmado con el testimonio de varios testigos, que la víctima es de nuestra especialización. ―el jefe se acerca al cadáver, hincando la rodilla en el suelo, volviendo a como estaba antes de que llegará Sakaki, y le hace la señal a uno de los forenses para que le pasen una toalla a la inspectora para que se seque antes de proseguir. ―Fue encontrado en este estado.

Levanta la lona que cubría el cuerpo, mostrándoselo a la recién llegada. El cadáver está separado en tres partes. Un corte diagonal en pecho y cadera lo troceó dejándolo en ese estado. Las vísceras molestaban ligeramente a la inspectora, pero, por suerte, no había cenado nada aun esa noche con las prisas.
Lo extraño en este asesinato, era la zona en la que había sido realizado. El barrio blanco, del distrito de sustancias. No hace falta decir, con esos nombres, que, por este distrito, se había especializado el comercio con sustancias ilícitas. Por eso no era raro un asesinato o dos por semana en este distrito. Lo que hace verdaderamente extraño este caso, es el asesino, ya que no acostumbran a actuar en una zona con relación a las drogas y tan lejana a "la torre".
Normalmente, los casos en este distrito, tenían un procedimiento deplorable. Los policías llegaban, limpian la zona del crimen, confirmaban, con los testigos, que era un caso por drogas, consultaban en el departamento anti-drogas por un alto mando de las triadas de la zona y listos, archivaban los casos como imposibles por afectar a las triadas.
Pero, este caso es distinto, y lo que estemos aquí, lo confirma. Cuando los testigos afirman por la presencia de uno de ellos y, además, se muestra perfectamente en el cadáver su participación, normalmente, siendo muertes viscerales o en condiciones anómalas, nos llaman a nosotros. La única fuerza contra los "híbridos", siendo nosotros llamados coloquialmente como, "cazadores". Nosotros, los inspectores de la central, habíamos sido entrenados para este tipo de "problemas". Por los otros medios de justicia, se corre el rumor de que nuestra capacidad humana es la de un ejercito por persona. Exageran, o eso es lo que siempre piensa la inspectora.

El Pigmento De La Escama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora