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Dicen que no hay nada mejor que vivir solo. Nadie quien esté para regañarte, puedes dormir todo el día, privacidad ilimitada y muchas cosas más.

Pero así no era para Chittaphon.

Ten desde que estaba en Tailandia, pensó que sería un completo infierno el vivir solo. Se aburría bastante fácil y no le gustaba limpiar.

Desde que era pequeño le gustaba mucho jugar con su hermano menor. Pasaban horas y horas jugando a los carritos. Mientras ambos iban creciendo sus gustos fueron cambiando y esos carritos fueron reemplazados por videojuegos con los que el tiempo se iba volando.

Ahora estar solo era algo muy nuevo para Ten y le costaría algo de tiempo el acostumbrarse.

Pero no hay marcha atrás. Por más solo que se sintiera solo, no tomaría la decisión de volver a Tailandia e ingresar a cualquier universidad allá. Pues es gracias al enorme esfuerzo de sus padres (y obviamente a su inteligencia) que ahora mismo esté en la mejor universidad de Corea. Además, si ahora se da la vuelta y renuncia a todo, sería como tirar a la basura todo el dinero que sus padres invirtieron en él y en su educación además de todos los gastos de su apartamento, necesidades personales, etcétera.

Chittaphon está decidido a tomar el camino que su destino prefirió.

. . .

Nueve de la mañana y Chittaphon abre sus ojos por primera vez en el día. Sin embargo este día su ojos demuestran más brillo que otros.

¿Por qué?

Ten sentó en la cama y se quedó mirando a un punto sin importancia de la habitación. —Vaya chico... —susurró el sonriente peli-plateado mientras llevaba sus manos a sus sonrojadas mejillas y pataleaba de la emoción. Parecía una adolescente enamorada.

Por eso.

Ese pelirrojo que conoció la tarde pasada había atontado por completo al chico. Pensar en sus expresiones faciales hacia que Ten se estremeciera y en solo recordar como sus miradas se cruzaban el corazón se le aceleraba. Era una completa locura, Chittaphon nunca se había sentido atraído por una persona y ahora comprendía el por qué no le gustaban las mujeres cuando era más joven.

Ten sentía ese gran impulso de volver a ver al chico y poder presenciar su hermoso rostro una vez más.

Él podría ir a esa heladería todos los días pero había un problema.

No le gustaba el helado.

Si Chittaphon visitaba cada día esa heladería tendría que comprar (obviamente) helado. Porque si solo fuera a sentarse ahí toda la tarde sería muy sospechoso.

El chico se quedó pensando en la cama por un rato y después se dignó a por fin dirigirse a la ducha para borrarse esos pensamientos de la cabeza.

ice cream » taetenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora