The Killer •Kang Daniel•

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Luego de la mala presentación entramos a su oficina, al contrario de la de Jongin, esta era en blanco y negro, haciendola ver más sofisticada y regia.

—Vaya oficina, es tan colorida como usted— definitivamente no era el momento indicado para soltar mi lengua, y más que su expresión, me lo dijeron sus palabras.

—Usted no sabe qué le pasó a la antigua secretaria de Jongin, mejor guarde la lengua— su tono alegre pero amenazador era tétrico, y sus palabras denominaban peligro.

—¿Me está amenazando Sr. Kang?— su semblante se tornó serio, se levantó de su asiento y camino a mi lentamente, hasta ponerse a la altura mía. Gracias a los tacones estábamos a la misma altura.

—Usted Srta. Kang, no sabe con quién está hablando, y tampoco sabe en qué se ah metido, le recomiendo que no provoque a nadie y que cuando vea los clientes se mantenga callada— estaba muy cerca, tanto que podía notar como sus ojos estaban pendientes a mis labios— su boca podría traernos problemas— seguido de esto lamio sus labios y volvió a despegarse de mi, hizo un ademán con las manos indicandome que me sentara, así lo hice, tomé y asiento y lo miré mientras se encaminaba a su asiento.

 —Esta empresa básicamente se encarga de seguridad, seguridad de todo tipo y a todo tipo de personas, entre otras cosas que ahora mismo no es necesario comentar— tragué saliva ante sus palabras, de todo tipo y a todo tipo de personas, esas palabras la hacían sentir extraña. No se había dado cuenta del tiempo que duró en el aire hasta que escuchó el teléfono sonar, el Sr. Kang levantó y luego de intercambiar varias palabras se levantó de su silla.

 —Es hora que te vayas, a Jongin no le gusta que sus secretarias pasen mucho tiempo conmigo— soltó una risilla nasal, se paró al lado de la puerta y me hizo seña para que salga.

—No imagino qué debe hacer usted para que el Sr. Kim no lo acepte de esa forma— volvió a sonreír, mostrando su sonrisa perfecta.

 —Preguntese srta Kang, ¿Qué hizo el Sr. Kim que solo tiene una?—