Luna - parte 1

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Durante aquellos primeros años, iniciáticos y tormentosos, mi situación, como la de cualquier persona normal con una inteligencia por debajo de la media, era más que común. Si a mis incapacidades propias para las actividades cotidianas agregábamos la desnutrición que surgió a raíz de la carencia de mi madre durante aquellos precoces años, es lógico a dónde fue a desembocar tan singular ausencia.

Sumergido hasta la coronilla en mi mediocridad, a falta de alguien que me diera el empujón hacia los saberes que se adquieren a golpes en los placeres hechiceros de la vida, pasaba las noches suspirando en la contemplación de la belleza que, en lo alto, hermosa e inalcanzable, se paseaba despreocupada por toda la bóveda celeste.

Noche tras noche iba hasta la barranca que estaba más allá de las tierras de mi padre, donde, al otro lado, no se alcanzaba a ver más que la abrupta gruta que se cerraba en las fronteras de las comarcas vecinas. Un paisaje algo tenebroso que, borroso y circunspecto a mi inexperiencia, se extendía hasta donde mi vista podía llegar con mi limitada visión.

Miraba el cielo, era negro, infinito e inalcanzable; sin embargo, tenía luz, era su luz y ella me gritaba, en su penetrante silencio, que podía reinar en medio de las tinieblas. Luna, que todo lo iluminaba con un mortecino halo etéreo, reflejaba sombras en rededor y convertía la experiencia en una sobrecogedora velada.

Fueron tantas las noches que pasé admirando su belleza, su lozanía, la circunferencia de su rostro y la luz que proyectaba. Era brillante, pero su luz no hería mis ojos, era la reina de la noche, pero era blanca, pura e increíblemente hermosa.

Y así, se dejaba escuchar el aullido de algún lobo perdido entre las sombras o el ruido de una rama que se movía por el efecto de alguna criatura nocturna. Y las lechuzas me miraban con sus ojos enigmáticos, y yo las contemplaba como a mis iguales, seres de la noche e hijas de Selene. Y muchos días pasaron hasta que llegué a este punto de inflexión. Aquí comienza todo, en este momento en que mis plegarias fueron escuchadas y ella me respondió.

LunaWhere stories live. Discover now