Esta es la historia sobre la que nunca quise hablar.
El sentirse un extra, el tener miedo ante y de todos.
Respirar mirando al frente, llorar hundida.
Historia a la que quise derrotar.
¿Salió? Era más que una imagen, que unos reflejos o unos pensamientos, era más de lo que jamás soñó.
Decidió abrir la puerta del cuarto, ver a su familia, lavarse la cara y salir, dejar que el viento y la lluvia cubriera su cabeza, que borrara todo lo malo que tenía. Sintió como cambiaba, como algo en su rostro cambiaba; que aparecía una sonrisa.
Y poder decir, que aquí estoy. Que no voy a desaparecer, que existo y lo seguiré haciendo, que correré detrás la vida y gritaré para llegar a cada rincón.
Que nada volverá a ser como antes, que toca ser feliz. Toca caminar, soñar con un futuro, con miradas. Jugar con la arena, atravesar las olas.
Podía sentir el fuego en su interior, todo su alrededor.
Las cosas por fin iban a avanzar, sí. Lo harán.
Probó a confiar, a dar la mano y a mirar. Consiguió algo más que dejar de romper imágenes, se consiguió.
No eres un prototipo, no eres esa mentira, no eres una voz. Eres alguien increíble, alguien capaz de dar cosas que nadie podría otorgar.
Maravillas en sueños, derrotas en las pesadillas.
Deja de llorar sangre, comienza a valorar. Dibuja y canta quien eres, tu verdadero interior.
Creceremos, avanzaremos. Siempre dolerá, si escuece es que la herida se está curando.
La fuerza de un brillo, las esperanzas colgadas en ese oscuro cielo, las sonrisas bajo el agua, las velas en tu mirada…
La nieve me puede dominar, el miedo nunca desaparecerá, pero esta vez seré yo. Pasaré por él.
Por mí, por nosotros, por todo lo que debo vivir, por las caricias nunca dadas, por la sangre que derramas, por ser libre, por recordar a quien lo merece, por besar, por bailar, volar, imaginar, reír de verdad, correr.
Por vivir.