Iniciando sin saber

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El comienzo de una historia no siempre es lo que esperamos, como sociedad la mayoría sueña con el ideal de la familia "perfecta". Formando un hogar en donde encontramos al padre responsable, cuyo objetivo sea ser el sosten de sus seres queridos al igual que no sea tan estricto, incluso que sepa llevar los malos momentos, la madre a la que le cuentas desde cómo te fue en tu día hasta los errores que llegues a cometer, porque sabes que su amor es tan grande que ella jamás dudará en apoyarte y estar siempre a tu lado.

El tener una hermana o hermano que pueda ser tu confidente y tu cómplice, ya que sabes que te ayudará en todo lo que no puedas hacer por ti sólo. Además, que sea la persona que  siempre te brindará un consejo para poder ayudarte.

Sin embargo, no siempre se consigue lo que uno puede soñar, por ende, quiero contarte mi historia, esperando no caer en el cliche de la lástima, si no mas bien convertir las palabras en un medio de expresión. Empecemos retrocediendo el tiempo a la época en donde tenía unos cinco años, en donde mi familia se encontraba conformada por: papá, mamá, una hermana, un hermano y mi persona cada uno en su orden de nacimiento.


Una familia bastante común si me lo permiten comentar, pero en cierta medida al igual que todo en la vida, nada es lo que parece. Suelen decir que las tragedias ayudan a formar el carácter, no obstante fue algo que para mi edad no estaba preparado en asimilar.

Mi madre una persona gentil, amable, trabajadora, dedicada a su familia y a salir siempre adelante atravesaba una etapa de salud complicada, debido a que sufría de leucemia, cuyo resultado dió su deceso. El mismo que generó un vacío absoluto en mi vida, donde a pesar de los años su recuerdo sigue latente.

Conforme pasaron mis primeros años podría decirse que dicha experiencia marcó aquella parte de mi vida,  a pesar que sólo tenía cinco años cuando partió de este mundo, llegue a entender todo el contexto difícil de esos días. Algunas personas siempre me han dicho, que no me afectó tanto, ya que por mi edad se me iba a olvidar.

Sin embargo, nadie sabe en su totalidad hasta que lo vive en carne propia, es algo que no se olvida con facilidad  e incluso esa ausencia de una madre o ese dolor es algo que permanece, sin importar la edad que tengas.

Pasaron los días, al pensar que la mala racha en la familia iría sanando,  descubrí que no fue así. Mi padre quien debió ser la persona que ayudaría a sus hijos a salir de ese dolor o que en otros casos debió preocuparse por nosotros, fue la persona que más daño nos hizo con sus acciones. Junto con su desprecio hacia sus hijos logro alejarnos de él, sin importar las consecuencias que pudiera resultar a futuro.

Las peleas se hicieron constantes al igual que los problemas crecían, para ello mi hermana al ser la mayor decidió tomar el papel de madre defendiendo a sus hermanos y sacándolos adelante por su cuenta. Esta acción la llevo a dejar sus estudios universitarios con el fin de conseguir un trabajo para encargarse de nosotros. Tomando en cuenta que mi padre lo único que le interesaba era gastarse el dinero que ganaba en mujeres cuyo intereses solo era lo económico.


Después de un año de conflictos, mi padre se alejó debido a procesos legales que existieron. En los cuales un juez determinó que él no era apto para ser padre y tomo la decisión de que se aleje de nosotros.

Podría decirse que todo mejoró, ya que me sentía mucho mejor viviendo con mis hermanos, que son los que me cuidaron y vieron por mí bienestar en cada momento, incluso diría que ellos fueron la imagen de un padre y una madre que nunca tuve.

En ocasiones cuando se realizaban programas escolares con referencia a los festejos por el día de la madre o el padre, solía ponerme triste porque pensaba que no tenía a quien llevar. A pesar de eso podía estar tranquilo, porque sin duda alguna los que merecían ir a esos eventos serían mis hermanos.

En esos mismos días de mi infancia fui descubriendo que algo curioso me pasaba, analizaba a fondo mi interior y para serles sincero nunca me sentía como el estereotipo de niño que todos pensaban que fuera o que debía llegar a ser, para cumplir los esquemas que te rige la sociedad y por supuesto lo que espera tu familia.

Me gustaba estar más con las mujeres que con los niños, porque se me hacía mucho más fácil este tipo de relaciones interpersonales, no le di mucha importancia, porque pensaba que todo era cuestión de ser sociable. Todo cambio cuando llegue a mis 6 años de edad, observaba de manera diferente a los niños, quería estar ahora con ellos pero no por socializar, si no porque quería estar a su lado y llamar su atención, no como un buen amigo, si no como alguien especial para ellos y que incluso me vean con cariño. Pero claro, lo demás es otra historia que te contaré luego, si me acompañas en este camino de auto-descubrimeinto.

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