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La misma habitación.

La misma cama.

El mismo aire.

El mismo olor a metal.

El mismo charco de sangre seca sobre el suelo.

El mismo niño en posición fetal sobre su colchón.

¿Quién le ha hecho esto?

Ustedes lo hicieron.

Felix no quería irse, no había motivos, él no hizo nada malo, era un niño bueno. Hizo su tarea al llegar a casa, limpió el mínimo rastro de suciedad en su habitación y ayudó a su madre con la cena. Se fue a la cama con una gran sonrisa en el rostro, satisfecho por haber conseguido unas lindas palabras de sus padres y una caricia en el cabello de su hermano.

Y, ahora.

Su padre lanzaba su ropa sin cuidado sobre su maleta.

«―Está familia no necesita adefesios como tú.»

Gotas de agua salada mancharon sus mejillas con dolor.

Y un golpe formó un círculo púrpura con tonos amarillentos y verdes en su cara.

Porque los hombres no lloran.

Y Felix no dejaba de hacerlo.

― distric nine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora