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Silencio.

Los palillos parecían atravesar la cerámica.

Felix cometió su primer error.

No fue silencioso.

Porque él era animado, feliz, quería disfrutar su comida como debía ser.

Nadie tomó en cuenta que llegó ayer.

Porque los primeros errores se castigan para ser los últimos.

Su sangre se deslizó en una franja por debajo de la puerta.

El hombre con el látigo abandonó la habitación luego de ordenarle incorporarse y limpiar el desastre que había dejado.

Sus brazos temblaban mientras luchaba por deslizar sin desplomarse el paño teñido de rojo.

Los hombres no lloras.

Pero Felix lo hacía.

― distric nine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora