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Cállate.

Y escucha.

Cállate.

Y aprende.

Los errores no se detienen.

Pero Felix se acostumbró.

Porque la punta del látigo dejó de lastimarlo.

Sus padres no regresarían.

Estaba solo.

Su cuerpo había perdido los sentidos más importantes.

Félix se sentía cada vez menos humano.

«―Nadie tiene que soportar adefesios como tú —decía aquel hombre, al que se hacía llamar el guardián. — . ¿Cuándo aprenderás? Porque de aquí no te irás. »

Irse.

Felix quería irse.

Porque Felix era australiano.

Y todos hablaban un idioma que él no conocía.

Porque nadie se molestó en saber que fue tirado a una asiento de aeropuerto sin conocer a donde se dirigía.

― distric nine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora