Un ruido fuera provoca que abra los ojos de inmediato. Gruño por la entrada de luz y aprieto las sábanas, cubriéndome otra vez con ellas y cerrando los ojos unos minutos. Siento mi boca pastosa y un intenso de dolor de cabeza. Froto mis ojos y aparto la sábana, cogiendo las gafas de la mesilla y poniéndomelas torpemente.
Veo apoyado en ella un vaso de agua entero y una pastilla, junto a una nota.
La necesitarás.
LivSonrío ante su gesto y me la trago, refrescando mi garganta. Me tiro en la cama esperando que haga efecto y me paro a pensar en la noche anterior.
Después del encuentro con Jared, Adam y yo habíamos vuelto con los demás y él les contó lo que había pasado. Me había quedado en shock. Ver a Jared besando a esa chica y pensar que estaba engañando a Grace me había puesto como una fiera, y resulta que la "engañada" era yo.
"No es mi culpa que tu mejor amiga no te lo haya contado"
Sus palabras retumbaban en mi cabeza.
¿Hace cuánto lo habían dejado? ¿y por qué? Varias preguntas surgían en mi mente pero la que más me importaba era por qué Grace no me lo había contado. Aunque también necesitaba saber si estaba bien.
Estaba claro que nuestra relación había cambiado, pero ¿tanto como para no haberlo hecho? Había quedado como una idiota anoche intentando defenderla.
Niego con la cabeza al recordar el episodio con Adam y me siento en la cama, colocándome las zapatillas y saliendo de la habitación.
— Buenos días — Saludo a Jason y a Sam que están sentados en el sofá.
— Dirás buenas tardes — Dice él.
Me acurruco en el sillón que queda libre y miro el reloj que tenemos colgado en la pared, abriendo los ojos sorprendida. Las 16:40.
Noto un pinchazo en la cabeza y hago una mueca de dolor.
— Me quiero morir — Digo llevando mi mano a mi cabeza — No...
Me interrumpe Sam. — No piensas volver a beber en la vida — Suelta una risita.
Frunzo el ceño y cojo el cojín que tengo al lado, tirándoselo sin éxito. Ellos sueltan una carcajada y niego con la cabeza, tocando ahora mi abdomen porque estoy hambrienta.
— ¿Quieres que te prepare algo de comer? — Pregunta Sam.
— Por favor — Ruego.
Sam se levanta a la cocina y yo con lentitud me acerco a Jason, sentándome a su lado y apoyando mi cabeza en su hombro.
— Debéis ser inmunes a la resaca o algo — Murmuro.
— No todos bebemos tanto como tú — Dice Jason golpeando mi pierna.
Alzo la ceja, porque era una mentira como una catedral. Todos no, pero Jason sí.
— Para — Respondo quejándome y separando torpemente su mano.
Me incorporo un poco y lo miro. — ¿Qué tal en casa?