Neuf - Ella

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Me dieron la noticia.

Una mañana fría de Mayo estaba en el hospital, estaba preocupado, angustiado, estaba frío e indeciso.

Samantha perdió el bebé.

Cuando creí que nada podría ir peor o que siquiera algo así podría pasar, pasó.

Ambos eramos tan jóvenes, tan ilusos, tan tontos.

Peleabamos cada 4 de 5 minutos, realmente sentía que no la quería, que no la amaba pero y sin embargo había algo que me hacía aferrar a ella, un bebé no es un juego y menos a esta edad

¿qué estaba pensando Samantha?

Esa noche habíamos discutido, ciertamente todo comenzó desde la tarde.

Estaba bebiendo y sabía que no debía hacerlo, le dije que lo dejara y me dijo que lo único que hacía era regañarla.

Su padre seguía cuidando de ella así que de alguna forma seguía mimada y yo trabajando de lo que pudiera haciéndome responsable.

Quizá ese era el problema, ella no hacía nada y lo arruinaba todo y yo hacia todo y no hacía nada.

Esa tarde tomó el auto y manejó hasta casa de su padre, estaba cuerda y yo molesto, no me importó.

Llegó bien a casa, gracias a Dios.

Ojalá hubiera sido de regreso.

Estaba en casa de su padre y yo sabía que ahí no la dejaban tomar, la cuidaban.

Pero nunca creí que ese día no había nadie y ella tenía 2 litros de alcohol encima.

Le hablé por la noche y le pedí perdón, le dije que quizá era todo pero que la quería, lo último de algo ayudaría.

Y ayudó a que ella y yo platicaramos y nos dijeramos que nos amábamos y etc.

Manejó de regreso a casa y chocó, nunca creí que volvía a casa para estar conmigo y mucho menos que había tenido un accidente.

Mi celular sonó por la mañana y salí corriendo al hospital.

Perdió al bebé y me sentía el peor de todos, creí que no tenía perdón y justo cuando crees que no hay nada peor ahí hay algo.

Samantha perdió la memoria y sus padres entendían lo que había ocurrido, no me culpaban pero creían que lo mejor era que ambos nos alejaramos y comenzaramos una nueva vida.

Samantha me olvidaría y olvidaría que alguna vez estuvo embarazada.

Y yo tenía que hacer lo mismo ¿pero como?

Estaba impotente, estaba desecho, estaba en negativo y estaba sorprendido.

Estabas justo frente a mí y me mirabas extraña

No pronuncié palabra pero algo me hiciste sentir que al verte quizá fue un alivio.

Simplemente te abracé y me correspondiste.

Te odio por haber estado ahí ese día.

Tú. | Zabdiel de Jesús. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora