Canción de inspiración: kumbala
Artista: Maldita vecindad y los hijos del quinto patio
Álbum : El circo
Fecha de lanzamiento:1991
Género: Alternativa/independiente
Compositores: Adrián Navarro Maycotte / Aldo Rubén Acuna Yance / Enrique Montes Arellano / Eulalio Galarza Cervantes / José Luis Paredes Pacho / Rolando Javier Ortega Cuenca
=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°=°
La gente no se equivocaba, las playas de este país eran increíbles, pero definitivamente la mejor hora para disfrutarlas era la noche, cuando el bullicio y las masas de gente abandonaban la fina arena. La belleza del mar no podía ser opacada por todo el bullanguero1 del día, entendía el porqué de esos grandes vitrales tratándose de un bar, la gente que se hundía en penas y problemas de la vida podía perderse viendo el romper de las olas era tranquilizante, relajante y ayudaba a olvidar a ratos, un panorama hecho para él, algo irónico considerando que él siempre ha preferido la ciudad.
¿Por qué volver a estas tierras? ¿A este país tan distante? Cuando le traían tantos recuerdos penosos y algunos otros vergonzosos, esas memorias que te dan un hormigueo y una sonrisa nerviosa, todo eso que conlleva recordar al primer amor, aquel que sabía que fue, es y será el único verdadero, pues precisamente por eso.
Al principio pensó en buscarlo para seguir en su huida de la vida tan seca que había construido, de ser "el gran prodigio" Hiro Hamada, de ese amor forzado con esa chica tan frívola y narcisista que conoció en la escuela con la que trato de olvidarlo y a la que se aferró por pura costumbre, pero sabía que era egoísta, probablemente esa persona ya había hecho su vida y así termino ahí, tirando el corazón en cada vaso de licor que bebía, viendo lo infinito del mar, solo en ese bar con aire antiguo repitiendo en su mente aquel nombre.
—Miguel.
Tan pronto como su nombre se escapó de su boca las luces del lugar empezaron a descender bañando todo el lugar en un rojo que daba atmosfera perfecta de romanticismo e incitación para las parejas que retozaban el lugar.
Una voz gruesa y anciana anunciaba el acto especial de la noche, Hiro dirigió la mirada a ese pequeño escenario donde ya esperaban otros hombres que harían el acompañamiento musical y vio subir a un muchacho, con guitarra en mano; al ver esa guitarra sintió como si su sangre helara y luego empezara a hervir, era exactamente la misma guitarra con diseño exuberante que tanto cuidaba y adoraba aquel por el que estaba ahí.
Viendo a detalle a aquel chico, pudo confirmarlo, era él; era increíble como aquel niño con apariencia tan suave y dócil se había convertido en un gallardo hombre, pero a pesar del tiempo esos ojos tan brillantes y vigorosos seguían siendo los mismos que lo dominaron hace tantos años.
Ojala hubiera podido hacer algo antes para no alejarse de él, pero eran solo un par de niños con su primera ilusión ¿qué podían hacer? Nada en ese momento dependía de ellos, pero ahora ¿realmente tendría el valor para hacer algo?
Una melodía tranquila pero seductora empezó a resonar, la letras que entonaba esa cautivadora voz provocaban que las parejas empezaran a bailar a la par lanzando miradas de amor y complicidad entre ellos; el calor por alguna razón empezó a invadir a un más el lugar como si el sol estuviera dentro de esa cantina.
De a poco el extranjero fue acercándose aún más a aquel escenario esquivando a esos que obstruían su vista de su querer. Quería grabar esa imagen del cantante en caso de que ya no tuviera oportunidad de volverlo a ver.
