Dos puntos a aclarar antes de que continúen leyendo esto:
1: Aquí Hiro cuenta con 18 años al igual que Miguel.
2: La razón por la que a Hiro no lo puse como soldado es porque según las leyes de Japón los menores de ninguna forma pueden formar parte de las fuerzas armadas la mayoría de edad es a los 20 años y en México (como ya muchos sabrán) esta es la edad en la que se debe cumplir con el servicio militar (supongamos que Miguel ya lo hizo).
Ahora si prosigan.
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Corre el año 2021, el creciente odio entre naciones había desembocado en conflictos extremistas; la guerra y desasosiego eran lo único que impregnaba lo que quedaba de tierra.
Las alianzas que habían llevado años establecerse se habían roto, muchos terrenos fueron afectados tras estas acciones, el caso más sonado era esa ciudad que se encontraba en medio del océano pacífico, San Fransokyo, aquella formada por un complejo de islas que había sido fundada a método de convenio de paz entre Japón y los Estados Unidos de Norte América tras lo sucedió en la segunda guerra mundial, pero que con toda la conflagración actual, Japón había decidido cortar lazos con aquel país para ver por sí mismo y reclamando el terreno como parte de su nación.
Los extranjeros que habían emigrado a dicha tierra en busca de oportunidades fueron enviados a sus naciones o a las naciones de su progenitores en ciertos casos, algunos de ellos que también terminarían sirviendo a la guerra en nombre de su nación raíz; las familias eran separadas, los hijos mestizos por reglas tontamente implantas serían reubicados dependiendo del origen del padre como fue el caso de los jóvenes Hamada que terminaron perteneciendo a la nación nipona.
El mayor de los hermanos fue llevado a un campo militar para un rápido adiestramiento antes de sumarlo a las filas del ejército japonés pues debido a las circunstancias hacían falta personas de apoyo y él como siempre buscaba ayudar en todo lo posible, pero el menor, él estaba en una situación especial como algunos otros jóvenes y niños que debido a su corta edad no podían ser integrados aun a las fuerzas armadas o no podían ser reubicados en zonas seguras por falta de espacio como había sido enviada su tía, además de que por sugerencia de su propio hermano debía mantener en secreto el don de su mente brillante, pues no sabía en donde terminaría a parar o en que terminarían usándolo como fue el caso de su robot Baymax después de que el gobierno asiático lo confisco, así que por ahora la única prioridad de Hiro Hamada era sobrevivir con las pocas provisiones que le eran dadas por el ejército y otras más que con suerte lograba encontrar desbalagadas pero siempre con la constante promesa por parte de alguno que otro cabo amable de que pronto saldría de lo que alguna vez fue su hermoso hogar.
Cada mañana era menos confortante pero esa mañana en especial se había convertido en algo peor; durante la ida a la estación de policía para recoger su ración alimenticia de la semana había escuchado por incidente a unos militares novatos hablar con tono temeroso acerca de que una de las islas pertenecientes al territorio de la ciudad había sido tomada por el ejército americano y que solo era cuestión de tiempo antes de que llegaran a la zona donde se encontraban, eso obviamente puso en exaltación disimulada al muchacho ¿Qué se supone que debía hacer ahora? Estaba solo y merced de morir y si las cosas estaban así ahí ¿Cómo estaría su hermano? ¿En qué condiciones estaría su tía? Rogaba que por lo menos estuvieran vivos, verlos aunque sea una última vez era lo único que pedía a la vida, pero si quería eso debía, tenía y necesitaba mantenerse firme y en calma para no abandonar la idea de que se iría de ahí antes de que algo malo ocurriera.
