VIII

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Aquella noche Jaemin se había sorprendido de sobremanera al entrar y encontrase con un despeinado (y esta vez castaño) Renjun, esperándolo sentado en el gran sillón.


Hablaron de varías cosas, tocaron muchos puntos e hicieron algunas bromas.





Pero las sonrisas no duraban como antes, el ambiente era diferente y las miradas de cachorros perdidos eran evidentes.

Lo sabían, lo sabían desde ya algunos meses.






- Gracias Jaemin -escuchó el pelinegro al castaño, viéndolo sonreír avergonzado.


- Gracias a ti -le ánimo.


- Mañana dejare el departamento para cuando vuelvas. -le dijo, viendo como este se perdía en la oscuridad de su habitación.


















Y una ruptura ordinaria.



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