Aquella noche Jaemin se había sorprendido de sobremanera al entrar y encontrase con un despeinado (y esta vez castaño) Renjun, esperándolo sentado en el gran sillón.
Hablaron de varías cosas, tocaron muchos puntos e hicieron algunas bromas.
Pero las sonrisas no duraban como antes, el ambiente era diferente y las miradas de cachorros perdidos eran evidentes.
Lo sabían, lo sabían desde ya algunos meses.
- Gracias Jaemin -escuchó el pelinegro al castaño, viéndolo sonreír avergonzado.
- Gracias a ti -le ánimo.
- Mañana dejare el departamento para cuando vuelvas. -le dijo, viendo como este se perdía en la oscuridad de su habitación.
Y una ruptura ordinaria.
