La travesia y el rey roto.

Una pena muy grande.

Hace mucho tiempo atrás en un reino muy conocido por todos sus habitantes, este era famoso por sus cosechas y también por ser uno de los reinos más atacados de su tiempo.

Al ellos no necesitar comprar a otros territorios nada ya que ellos cosechaban todo, también creaban jabón con mesclas de varias flores y piedras para sus habitantes.
Cada aldeano tenía una tarea en específico, algunos plantaban las semillas, otros quitan la mala yerba y otros por otra parte cosechaban el resultado de cada uno de estos procesos mientras que todos vivían felices y en paz en las aldeas alrededor de este palacio por el contrario no era lo mismo adentro de él.

Aunque parecía que este era un palacio feliz, el reino estaba de luto...

El rey había perdido a su esposa y sus ambas hijas en un abrir y cerrar de ojos... Este en un momento de desesperación intento terminar con su vida para poder estar al lado de su familia, pero su fiel mozo que siempre había estado a su lado le hizo pensar dos veces ya que en años no había existido un reino tan firme, fiel y autosuficiente en años o tal vez siglos

-Pero su majestad, no puede abandonarlos... Quien quede como el nuevo rey querrá hacer un hecho la voluntad que dejo su padre Dijo el mozo. Si usted deja de reinar el próximo en su trono se llenara de codicia y su puro corazón será contaminado por el trono.

El rey sin mirarlo camino a su ventana y observo a su pueblo lleno de regocijo con la hermosa luz de la luna y una fogata tan apasionada como los aldeanos que bailaba al ritmo de las guitarras, las flautas y el zapateo que se producía al bailar.

-Es verdad lo que dices mi buen amigo, pero yo como puedo vivir si mi amada se ha ido de mi lado... no tengo con quien envejecer más, tampoco puedo hacer un banquete para el cumpleaños de mis hijas y mucho menos poder escuchar más su hermosa voz. Su dulce voz que al oírla cantar a las niñas yo me quedaba más que tranquilo y podía seguir con mi tarea al día siguiente pero ahora... no puedo ni siquiera ver sus labios tan rojos como la flor misma y sus ojos cafés como solo en ella se veían más hermosos.

La melancolía de este pobre Rey se podía notar incluso desde el festín que la aldea estaba teniendo, al solo ver sus ojos convertirse en una laguna sin siquiera soltar una lagrima. El permanecía fuerte y no lloraba enfrente de nadie, al menos ahora...

El mozo se paró a su lado y le dio ánimos para que el pudiera mejorarse y el rey le pidió que se retirara -Puedes irte a descansar por hoy, quisiera estar solo y descuida no temas por mi vida pues e recapacitado y creo que por ahora estaré bien. Te aseguro que nos veremos esta mañana.
Mientras el rey descansaba en su alcoba se recostó y miro al techo que por alguna razón ya no se veía igual.

El se recostó y en ese momento comenzó a recordar a su amada esposa hasta que se quedo dormido y comenzó a soñar.

''Mi amor ¿No puedes dormir? ¿Pasa algo querido?''
''No, mi vida solo que de pronto pensé en una vida sin ti y eso me agobia''
''Por un momento pensé que tal vez eso querías, me alegra escuchar que no es así''

El rey la miro con ternura en ese instante y acariciando su mejilla le respondió:

''No seas tonta, como podría pedir eso si tú me haces el hombre más feliz de esta tierra''
''Ya lo sé. Yo tampoco puedo imaginar que podría hacer sin ti mi cielo''
''Permíteme estar a tu lado''

El rey se levantó a abrazar a su reina pero esta solo existía en sus recuerdos ahora.

A la mañana siguiente el mozo entro al cuarto del rey como todos los días, el rey ya estaba despierto y con un semblante muy triste.

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-Su majestad. Dijo el mozo tocando la puerta que ya estaba abierta y haciendo una reverencia. -Buenos días, le recuerdo que hoy vendrán navegantes para el acuerdo de compra