Siete de abril del año 2750.
Aidan Kenji Mori llegó exhausto y con el corazón acelerado al escondite que tenía en su propia casa. No sabía cómo, cuándo y quien lo había acusado, pero estaba seguro de algo: lo atraparían. Tarde o temprano.
Su respiración era entrecortada tras una herida de bala que llevaba en su hombro derecho, le habían tendido una trampa en aquella avenida del centro de la ciudad. Sus pensamientos le carcomían por descubrir quien lo había delatado por el delito de robo y asesinato a aquella inocente familia.
Al recordar la tragedia que cometió, memorias vagaban en su mente de aquel día.
-Escena retrospectiva-.
Dos semanas antes.
Seis meses, seis meses desde que Mori había perdido su trabajo. Provenía de una familia de bajos recursos; su madre había fallecido hacia un año y era el mayor de tres hermanos y dos hermanas. La hambruna frecuentaba en la casa.
Tras la decepción y desesperación que inundaba en su vida, acepto la propuesta de Charles Dallas. El mencionado chico estaba involucrado en crímenes de robo a las personas de clase alta. El mundo estaba perdiendo cada vez más el equilibrio de la igualdad; los pobres habitaban en ciudades marginadas y con escasez de alimento, trabajo y derechos. Sin oportunidad alguna de una mejor vida.
Mientras que los adinerados vivían en ciudades modelos. Una sociedad que brindaba inmortalidad. Que tenían derechos que respetaban y cumplían; leyes, normas y reglas totalmente diferentes para un mejor futuro.
Charles y Aiden tras encubrirse como guardaespaldas de una de las familias más adineradas; la familia Callaghan. De inmediato se apresuraron a ejecutar el delito que cometerían. Entraron sigilosamente a la mansión de la familia adinerada y se encaminaron hacia la bóveda que tenían en el sótano, en donde se encontraba el diamante millenium star, uno de los diamantes más costosos del mundo.
Anteriormente habían desactivado todo equipo de seguridad que tenían los Callaghan, desde contraseña para ingresar a la casa, identificador de huellas dactilares mediante la palpación de paredes hasta reconocer la identidad de una persona mediante prueba de ADN que se obtenía con la respiración. La tecnología iba avanzando para la sociedad de clase alta y disminuyendo para los de clase baja. Sin embargo, Charles Dallas obtuvo conocimientos de la alta tecnología por parte de su padre.
Después de algunos minutos, obtuvieron el diamante. Se apresuraron de inmediato, ya que faltaban cinco minutos para que la seguridad del lugar volviera a reestablecerse. No obstante, antes de marcharse por completo, escucharon unos pasos que provenían de las escaleras. Ambos hombres observaron quien era el causante de los pasos.
Un niño, si, un niño. El hijo menor del señor y la señora Callaghan.
—¿Quiénes son ustedes? —indagó el pequeño Callaghan.
Dallas y Mori se miraron de inmediato. Charles formo una pistola con sus dedos y apuntó fijamente al pequeño.
Aidan Mori no sabía lo que venía a continuación; no conocía del todo a Charles Dallas, pero presentía que haría cualquier cosa para ocultar sus crímenes; hasta matar a un pequeño inocente.
Pum, pum, pum. Tres disparos, uno de ellos detrás del cuello donde se incorporaba el microchip. Un pequeño cuerpo cayendo de las escaleras y coloreándolas de sangre.
—¿Qué rayos hiciste? ¡Eso no era parte del plan! —se inquietó.
Se encamino velozmente hacia el cuerpo del accidentado, cubriendo con ambas manos la herida. Unos segundos después, el inocente dejo de respirar.
—La víctima no es libre tras presenciar un crimen —comunicó. Sus ojos estaban fijos en el niño, pero no demostraba arrepentimiento alguno.
El sistema de seguridad empezó a contar para el restablecimiento del sistema, y en cuestión de segundos salieron del lugar.
-Fin de la escena retrospectiva-.
Una lágrima cayó de su ojo derecho, estaba sumamente arrepentido de haber aceptado la propuesta de Charles Dallas. Cada día le consumía mas la culpa de algo que pudo no haber sido participe.
Antes de ingresar al escondite de la casa, el dinero que había obtenido de aquella espantosa infracción se lo había dado a sus hermanos. Les había dicho que jamás volvieran a casa, que salieran de la ciudad y cambiaran sus identidades. Que construyeran una nueva vida.
Tras un largo tiempo ensimismado y un tenso silencio. Se escucharon fuertes golpes.
—Aidan Kenji Mori, sabemos que se encuentra ahí. Si no abre, derribaremos el lugar —vociferó la voz de un hombre.
—Entren malditos, no me rendiré tan fácil —dictaminó.
Se lo merecía, sabía que se lo merecía; pero el simple hecho de solo pensar que moriría sin pelear por su vida. Eso era caer muy bajo para Aidan Mori.
Breves segundos pasaron y el lugar fue derribado. Mori se escondió detrás de un desayunador y vio que no eran policías. Tenían trajes, portaban una máscara antigás y pistolas de último modelo. Aquellas pistolas no disparaban balas; disparaban rayos láser con la máxima potencia que habían descubierto hasta ese entonces. Sabía de esas pistolas porque Charles Dallas le había mostrado un anuncio de ese producto.
—Sal de tu escondite Mori, no tienes alternativa —estableció aquella voz que conocía. Era la voz del mencionado Charles Dallas.
—Tú también estas involucrado en este crimen—espetó con furia.
—¿Estás seguro de eso? Porque las pruebas solo caen en ti, Aidan —se maravilló.
Aidan lo supo de inmediato. Dallas le había tendido la trampa desde un principio. Sabía que iban a buscar un culpable, y ese no podría ser él, no podría ser Charles Dallas, por lo que tuvo que involucrar a otra persona en su crimen.
"—Yo —se dijo para sí mismo Mori".
Partió de su escondite y empezó a pelear con aquellas personas. Golpes tras golpes sin poder llegar a su objetivo; Charles mostraba una sonrisa macabra y eso hacia enfurecer más a Mori.
De pronto, varios disparos hicieron caer el cuerpo del herido. Y Aidan Kenji Mori fue consumido en un abismo lleno de oscuridad.
Nota de autor: Espero disfruten de esta nueva historia. Gracias por leer.
ESTÁS LEYENDO
RELEGADOS
Science FictionAño 3,000; en una sociedad donde los ricos hacen todo lo posible por mantener la inmortalidad, y los pobres luchan por la libertad y la justicia ante los derechos oprimidos por el gobierno. «La perfección es la enfermedad de la humanidad». Créditos...