{también en amor yaoi}
Sinopsis.
Lee Jinki tenía 21 años la primera vez que vio a Jonghyun, de 17. Y no quiso dejar de verle desde entonces.
La Madre de Jinki.
Sus ojos le ardían, su cabeza dolía y la silla en la que se encontraba sentado no era nada cómoda para su espalda baja. Pero Jinki no podía dejar de sentirse nervioso al tener tres exámenes a la vuelta de la esquina, con porcentajes demasiado altos de su promedio anual. Se quitó sus gafas por unos instantes, deseando que el intenso dolor de sus ojos despareciera para poder leer de lo interesante que era la arquitectura de la edad media. Si todo iba bien, sería un arquitecto egresado de la Universidad Nacional de Seúl al año siguiente, y la presión no podía salir de su cuerpo.
Estiró sus brazos, intentando dejar de lado la intensa incomodidad que le producían las sillas de la biblioteca y decidió distraerse por unos segundos para evitar colapsar en un espacio público. Tomó su teléfono móvil asegurándose más de tres veces de que estuviese todo en silencio, cuando pudo fijarse en que su madre había estado mensajeándole. 'Jinki, ¿podrías llegar a casa antes hoy? Sé que estás muy ocupado, pero la Señora Kim me pidió un favor que tiene que ver contigo... ¡No me hagas quedar mal, hijo!' Soltó un suspiro, comenzando a leer el resto del mensaje. 'Su hijo no está teniendo muy buenas calificaciones en matemáticas, sería grandioso si pudieses ayudarle, solo este fin de semana, ¿sí?' A esas alturas, Jinki miraba su móvil con los labios fruncidos, apostaba que, aunque le dijese que no a su madre, el sábado tendría al hijo de la señora Kim esperando por una clase que él había estado de acuerdo en hacer. Sin embargo, lo peor del mensaje no era eso. Era la última frase, con la que su madre había decidido despedirse. 'Aunque sea menor que tú... ¡Sigue siendo guapo!'
Jinki estaba realmente agradecido con su madre; hace aproximadamente 3 años decidió confesarles a sus padres que era homosexual y ella le apoyó con todo su corazón. Aunque para su padre haya sido un poco más difícil, con alguien como su madre junto a él, la noticia se volvió algo no tan complicado de digerir. Y Jinki estaba feliz con eso. El problema, era que para su madre el hecho de que fuese homosexual –ya fuera del armario– significaba que tendría pareja pronto. Un lindo novio que llevar a casa en Navidad, o planes extremadamente cursis para San Valentín. En vez de eso, la señora Lee se encontró con un Jinki con su cara estampada en los libros, manos adoloridas al construir maquetas con tan poco plazo de entrega y, lo más terrible para ella; un Jinki al que le daba igual seguir solo. Suspiró cansado, desde hacía un año y medio su madre se había esmerado en encontrarle pareja. ¡Le presentaba chicos que ni siquiera eran gays, demonios! Así que no pudo hacer otra cosa más que suspirar y teclear una rápida respuesta a su madre. 'Sábado 10.30 AM, en su casa.'
El sábado llegó y Jinki lo recibió con pereza. De acuerdo a su madre, la casa de la señora Kim quedaba cerca de la suya, así que decidió no apresurarse. Se levantó con los ojos cerrados, dirigiéndose al baño a través del camino que ya sabía de memoria. Entre suspiros y bostezos, comenzó a desnudarse una vez dentro del cuarto de baño, puso su pijama en el cesto de la ropa sucia y se metió a la ducha, con sus ojos cerrados decidió disfrutar del agua caliente sobre su cuerpo. Estaba seguro que tras una clase, el chico se cansaría de su forma de enseñar. Jinki no era muy bueno explicando. Sobre todo cuando no comprendía cómo es que algo tan sencillo como las matemáticas de secundaria le eran difíciles a alguien.
Ya un poco más despierto, y con todo su cuerpo limpio, salió de la ducha. Se secó con un poco de pereza corriendo por sus venas, aún luego de su ducha matutina. Soltó un resoplido al darse cuenta de que no había traído su ropa limpia. Cubriendo su cuerpo con la tolla, caminó hacia su habitación. Sabía que su madre quería que se vistiese bien, que se viera guapo para su cita-clase. Y Jinki no podía decir que no ante su madre.
Se vistió con unos pantalones negros no muy ajustados, y luego de revisar el clima del día en su teléfono móvil, decidió ponerse una de sus camisas a cuadros favorita. Cuando comenzó a secarse el cabello, soltó un gruñido. Su pelo estaba para todos lados –menos para el que él deseaba– y, Jinki sabía que cuando se ponía así, no había nada entre sus manos que pudiese hacer. Suspiró y siguió secando su rebelde cabello. En cuanto terminó, tomó su gorra de la Universidad y bajó de las escaleras mientras se la ponía. Miró su reloj y frunció los labios, ya eran las 10.15 AM y Jinki odiaba no desayunar.
Al entrar al comedor, lo primero que vio fue a su madre, con una sonrisa siniestra en su rostro, sentada allí. Esperándole. Cada vez menos confiado con respecto a su 'clase', Jinki tomó una manzana que estaba en la mesa, sin dejar de mirar a su madre, con su entrecejo fruncido. ¿Cuál era su plan? Armándose de valor, y deseando no arrepentirse luego, decidió hablarle.
–¿Qué pasa, mamá? –Jinki vio la satisfacción en el rostro de su madre, como si estuviese esperando aquella pregunta desde que llegó allí.
–Es gay, Jinki. Y realmente no me molesta que sea menor que tú.
El cuerpo de Jinki se atacó a sí mismo, comenzando a toser en cuanto aquella mordida de manzana se fue por donde no debía. Su rostro estaba rojo gracias a las palabras de su madre y decidió que lo mejor para su vida sería huir de ella; no sin antes pasar por la cocina, saliendo con una botella de agua y esa manzana asesina en sus manos.
Gracias a las para nada confusas indicaciones de su madre –nótese el sarcasmo– Jinki llegó quince minutos tarde a la casa del chico, de quien, por cierto, desconocía hasta el nombre.
Un Jinki cada vez más arrepentido de haber aceptado dar aquella clase fue quien tocó la puerta de la casa de los Kim. Cuando la puerta se abrió, Jinki estaba jugando con su botella ya vacía de agua, distraídamente. Dirigió su mirada a quien se encontraba frente a él. No supo si sintió alivio o decepción al ver que era una chica quien le recibía. Luego de las presentaciones correspondientes, supo que la linda chica se llamaba Sodam y era la hermana mayor de su 'alumno'. Gracias a ella, se enteró que el nombre de aquél chico era Jonghyun.
A Jinki le gustó la casa de los Kim en cuanto entró. Era una casa normal, y eso le agradaba. El día en que realizó una clase para un muchachito del sector alto de la ciudad, aún estaba presente en su memoria. Jinki sentía que no podía tocar nada y ese niño le miraba como si fuese más que él, solo por el dinero de sus padres.
Sodam le dirigió al segundo piso, pidiéndole perdón de forma anticipada por el desorden que su hermano tenía en su habitación. Jinki no pudo evitar reír ante esto mientras caminaba hacia la puerta que la chica le había señalado. Tocó suavemente, para luego estirarse. Estaba en medio de un relajante estiramiento de brazos cuando la puerta se abrió. Y el corazón de Jinki, definitivamente no estaba listo para ello.
El chico estaba usando calcetines de colores, unos malditos pantalones blancos que se ajustaban perfectamente a sus piernas, una estúpida sudadera negra –que solo era estúpida porque le quedaba jodidamente bien– que, Jinki podía asegurar, era mínimo 4 tallas más grande que lo que debiese. Y su rostro. Oh buen Dios, su rostro. Jonghyun era demasiado guapo y tenía unos labios que Jinki deseaba poder besar pronto. Estaba jodido, estaba realmente jodido.
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So Many Stories [JongYu]
FanfictionConjunto de historias cortas sin relación la una con la otra. Solo una característica en común; todas de la misma pareja, Lee Jinki y Kim Jonghyun. (SHINee)