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Sería como cada una de sus mañanas, como cada sentir el odio infinito a tener que despertar.

La belleza de los sueños, ¿no?

La belleza de evadirse de la realidad.

Al margen de su intento por evitar a sus compañeros de escuela, la presencia de Haydée era bastatante notable.

Incomprensible a la vida silenciosa que llevaba, con su costumbre de pasear con la cabeza baja y arrastrando los pies, como si llevara una cadena que la tuviera constantemente presa.

Bendita la música que sonaba en su radio a esas horas, se decía.

Ella sola se reía al imaginar como había acabado en esa postura aquella noche, recogiendo su cabello enredado.

Dejaba que las manos se enredaran en aquel caos que le envolvía, luego ya lo discutiría con su espejo. E intentó llegar a la puerta sin tirar nada más de lo necesario.

¿Cómo explicarlo? Dé, era una chica común y rara.

Vestía normal, no tenía un cuerpo espectacular, no se buscaba defectos tampoco.

Piel pálida como la nieve, y cabello negro como el ébano, cosa que no dejaba impasible a quien la cruzara por la calle.

Su música era suya, y su afán por enterrarse entre libros era algo ya asumido en casa.

Se levantó, con delicadeza y cansancio; otro día.

“Meh”

La casa estaba en completo silencio, podía los suspiros y el roce de la ropa al caminar.

Por fin, el baño libre, esa mañana estaba esperanzada, sentía que algo podía cambiar, se sentía diferente.

Silver corría de un lado a otro sin pretender entrar al servicio, maullando para pedir a su ama un poco de atención. Dé se sentó en el suelo y jugó con él, recordaba lo pequeño que había sido, recordaba meterlo en el bolsillo de su sudadera para ir con él a todos los rincones.

“Noche de tormentas, no le molestaba, Haydée disfrutaba de la lluvia, tanto que esos días se dejaba la ventana de su cuarto abierta para poder mojarse.

Esa tarde había ido a la librería en busca de un libro que le pudiera entretener al menos una o dos noches. Entre tanto misterio y fantasía las horas se le habían pasado, y aún no había encontrado el ideal para llevarse bajo las sábanas. Su sueño de montar su mundo con un libro nuevo con el sonido de los truenos se estaba desvaneciendo, y en su lugar obtendría una reprimenda digna de narrar.

Mirando a todas las estanterías con ternura le dijo a Anne que volvería el siguiente día.

- Sabes que no tengo nada mejor que hacer hasta que tú llegues, pequeña. Los libros no se moverán de este lugar, eres la única que le das vida. Va, o tu madre volverá a montar un escándalo para todo el vecindario.

Dulce anciana, abandonada por sus familiares y arrojada entre hojas de papel con historias más interesantes que la miles de vidas que podría haber vivido.

La lluvia estaba fresca, y el aspecto de Dé creaba una singular sombra que corría por las calles, nadie esperaría que al margen de haber realizado ese trayecto en esas condiciones miles de veces esa noche acabaría metida en el cubo de la basura del callejón 13.

Casi a media noche la pequeña aparecería en tirantes frente a la puerta de su casa con un una pequeña bola de pelo empapada y envuelta en las ropas faltantes.

Por primera vez en mucho tiempo Haydée durmió, y con ella un pequeño gato tan oscuro como su pelo y con unos ojos tan claros que le darían el nombre, por su color plata.”

Luna de Plata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora