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Finalmente se levantó abandonando al gato en sus extraños e imposibles movimientos y articulaciones para ver el resultado de otra noche en su mirada.

Tenía la cara demacrada por no dormir, ojeras notables tras unos ojos considerablemente grandes y pardos. Su padre decía que en algunas ocasiones eran del color del sol, y que alumbraban. Que maravillaban y creaban un “algo” que la hacía especial.

Apartando la imagen de su padre arrugado, saltando por la cocina cantando a pleno pulmón como todas las noches, abrió el grifo decidida a que el agua le daría una cara más visible.

Las manos abarcaron el agua hasta desbordar por los laterales y dejar que hundiera la cabeza en ella, dejando la sensación refrescante recorriendo sus mejillas y transcurriendo por su cuello.

Esa mañana se miraba recogiendo uno de los numerosos mechones de pelo que terminaban de taparle el rosto.

Y al son de la música dejó que el cepillo acariciara su pelo, largo y oscuro.

No tenía ganas de acudir las clases, y mientras preparaba las materias decidió que se saltaría algunas de las primeras.

Y así hizo, escondida en el parque de la manzana de al lado encontró su rincón; un pequeño hueco en un arbusto que al traspasarlo dejaba un claro entre árboles de diferentes tamaños en un hueco más que suficiente para una persona y poco más. Habían más flores de lo normal, el suelo estaba húmedo y entre las copas de los árboles más altos se colaba la luz.

Sacó el aparato de música, seleccionó la banda sonora de Amelie y sacó un libro.

Un libro precioso, con la cubierta de cuero y el grabado en dorado. Estaba cosido a mano, cosa que fascinó desde un principio a Haydée, se notaba el desgaste y leía “Mi luna” en una ortografía verdaderamente preciosa.

No había descripción de la trama de la novela, en las primeras hojas habían garabatos, palabras sin sentido, con algunas tachadas. E incluso Dé se fijó que en algunas hojas habían sido arrancadas, y otras permanecían en blanco.

- ¿Cuál es tu historia?- Le dijo a aquel extraño libro, acariciando su lomo con delicadeza.

La primera página que encontró escrita y entendible, decía:

“Soy Pritham, y por suerte o desgracia conocerás la inocencia y el temor de la Luna.

Siempre tuve sueños ociosos, y un verdadero espíritu aventurero, pero no pensé tropezarme con ella.

En cierto modo la amé, puede ser lo que tú quieras, puede ser lo que más temas. Es nuestra sombra, nuestra guardiana. Pero el dolor la hizo cambiar, ahora juega con los sentimientos, tortura con pensamientos, engaña, ilusiona y traiciona.

Debes entender que no es un “algo”, es la Luna.

Verás; le dañaron, le rompieron cada uno de sus rincones y comenzó a esconderse; poco a poco comenzó a salir, pero su tristeza hacía que al aparecer inundara su alrededor de oscuridad (…)

 

Ya era tarde, no podía seguir saltándose tantas clases, por lo que recogió todo, salió de su escondrijo rasgándose las rodillas y se dirigió corriendo a la puerta del instituto.

¿Dónde te has metido?

Luna de Plata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora