Día 3: Familia Disfuncional

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En aquella familia disfuncional ficticia habían dos personas en particular sus nombres reales eran Shin y Akane, en sí, ellos eran mejores amigos y como es típico en casi todas las amistades entre un hombre y una mujer, ella lo amaba a él.

Ella una chica alegre, linda, segura de sí, fría y cariñosa a la vez. Él un chico despreocupado, alegre, entusiasta y extremadamente despistado.

Si se les veía juntos verdaderamente se pensaría que se quieren mutuamente, pero, desafortunadamente nadie sabía lo que él pensaba ó hacía, en cambio la mayoría de la familia ficticia se daba cuenta que ella lo quería profundamente, pues, si era obvio la verdad.

Todo el mundo pensaba que a Shin le gustaba Shiro, pues, tenía comportamientos que eran obvios a decir verdad, pero nadie sabía si era o no verdad, hasta que un buen día, Akane se hartó de estar ocultando lo que sentía, pues, aunque llevaban una linda amistad, esconder lo que uno siente perjudica a la larga.

Oye, en verdad tu no te das cuenta ¿verdad? —dijo rompiendo el silencio que inundaba la habitación.

Les habían dejado un trabajo en parejas y habían quedado ellos en hacerlo en la casa de ella, pues, estarían más tranquilos y en silencio. Ya habían terminado el trabajo y tras una larga plática, habían quedado en silencio.

¿Sobre qué hablas? —preguntó él algo desconcertado por el comentario algo agresivo, a lo que ella rodó los ojos con cierta molestia y se dio un fuerte golpe en la frente con la palma de su mano.

¿Eres despistado o te haces? —preguntó con cierta curiosidad y molestia por la respuesta de él, aunque, ya conocía la respuesta.

¿Ahora qué tramas tú? —respondió él con una cierta risita muy típica de él.

¿Yo? —soltó con cierto sarcasmo en su voz. —yo no tramo nada, eres tu el que siempre esta tramando algo —.

Ahora resulta —respondió fingiéndose ofendido. —haber, dime, ¿cuándo he tramado algo según tú? —.

Siempre te la pasas tomándonos fotos para después hacer memes —.

En el aire se podía notar la ausencia de la incomodidad que reinaba hasta hace unos cuantos minutos. Siguieron platicando, saltando de un tema a otro, soltando carcajadas libres de estrés e incomodidad, hasta que de un momento a otro Shin soltó un comentario que se podría considerar un golpe crítico.

Pero a mí, me gusta más, estar contigo —.

Akane al escuchar el comentario quedó un poco incrédula y algo ruborizada, pues, ella nunca esperó ese comentario y nunca se habría imaginado siquiera la posibilidad de que pudiera pasar.

¿A qué te refieres? —preguntó así, sin más

Que me gusta estar junto a... Ti... —Dándose cuenta de lo que estaba diciendo aquel chico despistado terminó la oración con voz más baja y lenta de lo usual, ruborizándose un poco a comparación del rojo intenso que cubría las mejillas de Akane —¡¿E-Eh?! A-Ah... Y-yo...

Shin trataba de buscar una buena excusa que lo salvará de esto, pues si bien, era despistado, no creyó serlo tanto como para confesar sus sentimientos sin siquiera enterarse de primero.

¡Pfft! —el pequeño ruido de una risa ahogada saco de onda al chico más despistado que existía.

De los nervios y sorpresa Akane reaccionó de una manera poco convencional para la situación pero muy cliché a decir verdad, pues ahí se encontraba ella riendo a carcajadas junto a un desorientado Shin.

E-Eso es i-injusto —decía Akane entre risas.

¿Y ahora por qué es injusto? —se defendió Shin.

Porque ese fue un golpe crítico —ya más calmada tenía sus ideas en orden y cierta valentía de por medio —Nunca pensé que sintieras eso, maldito y yo aquí sufriendo como idiota —dijo dando un golpecito en el brazo a un Shin aún más desorientado.

¿A qué te refieres Akane? —tras decir esto Akane se golpeo nuevamente la frente con cierta alegría en su rostro.

Ya olvidalo mejor, eres más despistado que nada —dijo algo divertida.

¡Ah no! Ahora me dices —exigió Shin con una cierta risita, pues si bien era despistado sabía que algo bueno había pasado entre los dos, pero no sabía con certeza qué fue lo que pasó, sip, más despistado no se podía ser.

Ya callate mejor —bromeo Akane con la misma sonrisa en el rostro, pues ella sabia perfectamente que sus sentimientos al fin eran correspondidos, tal vez las cosas no se dieron como ella lo había imaginado, pero estaba feliz con lo sucedido.

Entre risas, bromas y reclamos se creó un ambiente totalmente diferente al que siempre reinaba cuando ellos estaban sólos, sus risas y miradas decían más que las mismas palabras y cada uno entendía lo qué el otro sentía y cada uno sabía el camino difícil que les deparaba el futuro para poder estar juntos, pero simplemente querían disfrutar del aquí y el ahora como siempre lo hacían pero sin aquel temor al rechazo que una vez existió.

Fin.

Diario De Una AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora