Una bonita manera de declarar la guerra.

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Recorrí su espalda como si se tratase de una de las octavas maravillas del mundo. El roce de su piel con la mía fue capaz de acelerar el ritmo de mi corazón. El silencio se apoderaba, y nuestras mutuas sonrisas se disparaban sin ningún tipo de piedad, sin ningún tipo de disturbio. ¡Y qué bonita manera de declarar la guerra! Nuestros labios marcaban el ritmo, nuestras miradas las pautas, mientras sin darnos cuenta, nuestros cuerpos cada vez estaban más cerca. Era pleno invierno, pero el sudor recorría parte de nuestra piel, no nos importaba nada, luchábamos por nosotros, por nuestro amor y joder, parecía verano. Por muchas más batallas así contigo; luchando contra el frío.

- Toarts

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