La luz de un cumpleaños

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Cuando se tienen catorce años, hablar de tiempos pasados como algo distante pudiera resultar chocante sino fuera porque la felicidad de la niñez se marchó para dejar abandonada a Kyouka en aquel lugar lleno de maldad y muerte.

La época de los cerezos en flor acababa de pasar. Aquel 29 de abril el calor de un día soleado sin una nube en el cielo anunciaba la cercanía del verano, pero ella miraba a través de su ventanuco las esperanzas de la gente de fuera, con el vacío de quien sabe que no pertenece más a la luz sino a las sombras asesinas que danzan en la noche.

La puerta de su dormitorio desprovisto de muebles crujió avisando que alguien iba a entrar.

Kyouka tomó con tanta fuerza los planos del centro de la ciudad que tenía que estudiar, para que él no sospechase que había estado distraída, que casi los desgarró.

Quizá lograra engañarle y no le clavaría uno de sus aguijones para castigarla.

El susurro de la seda al ser arrastrada al andar calmó el corazón aterrorizado de Kyouka.

Sintió tal alivio al saber que ese día Ozaki-san sin duda había acudido para ser hoy su maestra, que sino fuera porque el objetivo de ella también era enseñarla a ser una asesina meticulosa, hubiese sentido algo parecido a alegría.

Con su elegancia al hablar le anunció que saldrían fuera de la sede de la Port Mafia y Kyouka casi sonrió porque alejarse de aquel edificio, donde estaba presa voluntariamente al carecer de otro futuro, siempre generaba en ella un tranquilo alborozo que no podía comprender.

Su apenas buen humor despertado acabó de golpe cuando descubrió que en el pasillo les esperaba otro líder de la Port Mafia, al que reconoció enseguida por las fotos: Chuuya Nakahara. El ejecutivo que había sido discípulo de Ozaki-san y que acababa de regresar tras medio año en el extranjero.

Akutagawa-san hablaba siempre de él con un profundo respecto por haber sido el compañero de su maestro Dazai-san, que aunque que traicionó a la Port Mafia, su mentor vivía obsesionado con ser digno de su aceptación.

La pérdida cuantiosa de sangre que siguió a su castigo por haberle preguntado a Akutagawa-san, con mucha pardilla inocencia, que si a ese Dazai-san le importaría que fuera de él en la actualidad, hizo que Kyouka aprendiese a esconder su curiosidad hace aquel antiguo ejecutivo prodigio, pero es que había oído tantas historias terribles sobre Dazai-san...

Delante de ella tenía a quien sin duda era igual de amenazador que aquel, pero no lo parecía. La miraba ahora con una para nada disimulada curiosidad en sus ojos azules.

-Así que tú eres la famosa Kyouka.

Su pregunta tenía un tono de diversión que extrañó a Kyouka. La risa de Ozaki -san sonó amortiguada tras el abanico que tapaba su boca.

-La pequeña flor es mucho más fuerte de lo que Akutagawa la considera.

Nakahara-san lanzó una exclamación de fastidio.

-Para Akutagawa, con sus neuras, nada le parece suficiente en pos de ese reconocimiento malsano. Esta pobre chica en manos de él, ¡ja!, no sé por qué no te la asigna el jefe a ti, ane-san.

Se creó un silencio en el corredor y Kyouka deseó que alguno de los dos ejecutivos de la Port Mafia, le respondiesen lo que ella también se preguntaba cada vez que aquel hombre amargado la arrastraba a una misión de muerte.

Ninguno de los dos dijo nada más.

Nadie osaba en público cuestionar las órdenes del líder de la Port Mafia.

La luz de un cumpleañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora