Ojos que no ven

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Solo podía  fijarme en sus ojos, no podía quitar la mirada de sus ojos sin vida. No se si era por el miedo a acabar como ellos o la repugnancia de sus miembros y articulaciones amputadas o sus cuerpos deformados por la metralla y las explosiones. Continuba oyendo los sonidos de la guerra; podía oír los silbidos de las balas pasando a centímetros de mi cabeza; las explosiones, con su consecuente olor y sus destellos; el desgarro de las almas plasmado en los gritos de agonía de los soldados... Sí, podía oír todo aquello, pero lo sentía como en un segundo plano, como si hubiese puesto música en ese mismo instante. Todo aquello no era capaz de robarme la mirada de aquellos  ojos, apagándose , emitiendo su último fulgor. Azules, verdes, marrones, grises. Algunos eran incluso una mezcla de varios colores que se camuflaban con los restos del barro y las hojas reventadas en el suelo, dando una imagen de un ojo sin pupila. Recuerdo el único momento en el que pude dejar de mirar aquello, fue cuando me topé con un cadáver al que las balas le habían dejado las cuencas huecas, el resto de su cuerpo parecía intacto, pero no lo que habían sido sus ojos, ahora cavidades.

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⏰ Última actualización: May 06, 2018 ⏰

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Ojos. Relatos de un soldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora