Observación espontánea

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Terminé el desayuno, lavé los platos y me apresuré a salir de la casa, con mi cámara al cuello y mi mochila en un hombro.
Cuando bajé los escalones de la entrada levanté la mirada en dirección a la puerta azul y las paredes blancas de la casa de enfrente.
La joven Ellen no estaba a la vista, di una respiración profunda y comencé a andar, pensando en lo que Marie había dicho durante el desayuno. ¿Estaba contemplando demasiado a Ellen?, ¿a esa maravillosa criatura que, muy a mí pesar aún no sabía mi nombre?
Aunque desde mi punto de vista, lo que yo hacía era simplemente observar, para ella pudieran ser estas mismas acciones, vistas de un mala manera o incluso aterradora.
Lo que me llevó al siguiente pensamiento...
¿Se habrá dado cuenta de que la miro? Casi todas las mañanas cuando salgo para mi caminata matutina y de vez en cuando por las tardes cuando me siento junto a mi ventana a leer.
En verdad espero que no, Marie podrá darse cuenta porque es mi madre y me conoce, pero Ellen no.
Espero serle un tanto indiferente, tendría que, al fin y al cabo, se mudó aquí hace medio mes.

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