El templo

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Palabras clave: imaginación, libro, Biblioteca, estanterías.

Año 4000 dc

Corría con desespero entre las ruinas. Su corazón se disparaba cada vez que oía a las aeronaves sobrevolar el cielo nocturno, que se iluminaba con cada nueva explosión y permitía un inédito pantallazo al caos circundante.

La guerra, profería su estrepitoso bramido por cada sitio de la decrépita ciudad, la cual se iba alejando con cada paso que daba. Gritos agónicos, llantos de desconsuelo, explosiones, estallidos, estruendos, se amalgamaban formando un único eco, una voz exclusiva que resonaba en sus oídos, resultando ensordecedora.

Pero, no importaba qué tan aturdido estuviera, en su mente había claridad, pues se encontraba enfocado en su objetivo: debía llevar aquel preciado objeto, el más valioso que poseía, hacia " El Templo". Solo ahí podría asegurarse su salvedad.

"El Templo" era un sitio enigmático, impenetrable, inescrutable, excepto para aquellos pocos privilegiados que conocían el secreto de su existencia y el propósito para el cual había sido creado: preservar. Un lugar donde el legado de la humanidad podía llegar a perdurar.

Él era uno de los guardianes de ese Templo, portador de un conocimiento ancestral, y había jurado dar hasta la última gota de su sangre para velar por aquellos tesoros que sus murallas de piedra resguardaban.

Fatigado, luego de largas horas de caminata, llegó hasta un paraje arcaico, olvidado, y se detuvo frente al basto portal de la única construcción que se mantenía en pie en las afueras de la gran metrópoli artificial.

Se trataba de un viejo edificio construido con esos materiales rudimentarios que empleaban sus antecesores, pero que, sin duda, habían resultado más duraderos que los paneles digitales y placas holográficas que se empleaban en la actualidad y que habían sido fácilmente reducidos a chatarra electrónica.

Antes de entrar, volvió la vista hacia su antiguo hogar.

Pronto, la ciudad dejaría de existir, desaparecería, como aquel espejismo que era.

Finalmente la nueva especie, aquella que había nacido de la fusión de hombres y máquinas, tomaba el mando, se rebelaba, frente a sus propios creadores.

La guerra entre los bandos ocuparía mucho tiempo, y nadie podría anticipar específicamente cuál sería el final, aunque él sí había podido vislumbrar el origen. Pero, si hubiera hablado lo considerarían un retrogrado, antiprogresista. Así que calló, mientras observaba como muchos hombres se iban despojando se sus últimos vestigios de humanidad y se iba mimetizando más y más con la tecnología. En tanto, se enfocó en esa misión conjunta que tenía con aquellos que eran como él.

Introdujo una llave oxidada en la vetusta cerradura (algo insólito considerando que las puertas modernas se abrían con huellas digitales) y las hojas de madera, luego de emitir un lamento, se abrieron.

Las altas estanterías se alzaban dignas, ante él, todas en paralelo, bifurcando distintos caminos. Cada senda era albergadora de un misterio único, pues llevaba a un conocimiento distinto.

Escogió el sendero central y comenzó a transitar por ese pasillo largo, casi infinito, donde la erudición, la cultura, la imaginación, el saber, hacían su nido. Y entonces, llegó hasta el punto aquel donde todas las sendas culminaban, desembocando en una galería central donde se reunió con los otros guardianes del conocimiento, todos sentados en torno a una larga mesa, con aquel tesoro que habían jurado resguardar en sus manos y sumergidos en mundos propios, ajenos a la inevitable decadencia del mundo común, el real.

Él también tomó asiento, colocando su propio libro, (uno de los pocos ejemplares en papel que habían pasado de generación en generación hasta llegar hasta él y que se había convertido en su tesoro), sobre la mesa de aquel Templo atemporal, su refugio: la Biblioteca, donde permanecería juntos a sus compañeros (los de carne y hueso, y los de papel y tinta) hasta el final de sus días, cumpliendo su tarea.

Confiaba en que sus esfuerzos valdrían la pena. Cualquiera fueran las especies venideras, heredarían aquel recinto y él esperaba que supiesen apreciarlo.

Sin mayores divagaciones, tomó antiguos instrumentos de librería que yacían sobre el tablón y comenzó a escribir también su historia... su legado.                                         

Érase una vez en Wattpad...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora