Capítulo 5

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Después de todo lo que había pasado por mi mente solo pasaban imágenes de todo lo que quería que Pedro me hiciese. Era el hombre más perfecto que había conocido.

Elevo mi cadera lo más que pudo y continuó con el increíble baile que producía su lengua dentro de mi.

-Me pones mucho, muchísimo- está vez su lengua chocaba con la mía y como yo estaba tan caliente decidí clavar mis uñas sobre su firme y ancha espalda la cuál me ponía a mil.

Mientras él me besaba yo arañaba su blanca espalda con la intención de dejar mi marca, que su piel supiese que siempre seré suyo, todas y cada una de las noches de mi vida.

Pedro arqueo la cabeza al sentir como mi orificio se ponía sobre su pene, acariciándolos pero haciendo que sufriese hasta que él me pudiese permiso de follarme tan duro hasta dejarme sin caminar.

-Hmmm- jadeó cuando mi lengua paseaba sobre su cuello.

De nuevo Pedro me empujó contra la cama poniéndome abierto de piernas y sonrojado.

-Con el amo no se juega- su boca succionaba cada milímetro de mi pequeño pezón, toda la habitación estaba llena de gemidos míos gritando su nombre.

-Amo, follar contigo- habló claro, penetrándome de golpe sin avisar.

En la postura del misionero tuve que morder mi mano para no gritar con aquella brutal embestida.

Pedro apartó la mano de mi boca y se acercó peligrosamente a mi oído y dijo en un susurro "como vuelvas a taparte la boca, te juro que la próxima vez te dejo el culo lleno de la marca de mis manos...te daría tantas nalgadas que dejarlas de sentir tus glúteos"

Tragué saliva, era tan bestia en la cama que yo solo podía sentirme como su esclavo sexual.

-Pideme lo que quieras, sé que lo estás deseando- río perversamente y mordió mi labio.

Me quedé callado, si hablaba en ese momento lo único que saldría de mis labios serían gemidos sin control.

-¿no contestas?- pronunció con la voz ronca y sensual.

Agarre su cadera para que su pene entrase aún más.

-Follame, follame solo como tú sabes.

Esa frase le encendió más que nunca ya que sacó su pene y lo volvió a introducir con una embestida bestial.

Agarraba mis piernas para poder darle más espacio a sus increíbles "mete-saca". Su fuerza combinada con el ritmo y la profundidad me volvían absolutamente loco.

No podían evitarlo así que comencé a gemir, a resoplar cuando intentaba controlar no correrme y a gritar su nombre cuando sus embestidas eran más rudas, con rabia y excitación.

Sus ojos me estaban dando a entender que necesitaba correrse y lo necesitaba ya, así que yo intentaba acompañar sus movimientos abriendo todo lo que podía las piernas.

Volvió a sacar su pene y lo introducio con 5 embestidas que llegaron hasta el fondo y tocaron mi punto G.

Los dos nos corrimos a la vez, notaba como el semen caía por mis muslos y me reprimi el deseo de limpiarme... Hubiese preferido que se hubiese corrido en mi boca para poder saborearle

YAOI LEMMONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora