1. Efecto domino-la primera pieza cae.

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La noche había caído sobre la ciudad de París, la luna se ocultaba detrás de las eclipsadas nubes. Marinette había llegado a su casa con gran cansancio luego de un arduo día de trabajo, su andar era particularmente apagado para no despertar a nadie en la casa. Mientras subía las escaleras hacía su habitación escuchó un par de ruidos en la cima; aunque el suelo del pasillo en el segundo piso era alfombrado pudo percatarse de que alguien, quizás alguna de sus hijas por los pasos ligeros, se encontraba deambulando a altas horas de la noche.

Subió los escalones restantes con sigilo. Quería poder atrapar a su traviesa niña en "pleno crimen", probablemente estuviese jugando con sus videojuegos, aunque ambas gemelas sabían que no debían hacerlo hasta tan tarde. Lo que vio la dejó con la boca abierta, una sombra adolescente con una pomposa cola y orejas se hizo presente, Marinette se agachó de inmediato.

En shock, y enojada tras razonar rápidamente lo sucedido, miró como la probable portadora del anillo de Chat Noir se lanzaba a través de la ventana hacía la ciudad. Cuándo la joven portadora abandonó su casa, Marinette corrió a las habitaciones de sus hijas. Entró primero en el dormitorio de Emma, la gemela menor, ella tenía un espíritu muy libre y una evidente atracción hacía su ex mejor amigo. Sintió que lo más razonable era creer que aquella destellante niña con apariencia gatuna era su inocente Emma, habiendo recibido la pesada carga de un Miraculous por parte del imprudente Adrien Agreste.

Emma Couffaine se encontraba durmiendo plácidamente en su cuarto, Marinette se apoyó en el borde de la puerta admirando a su dulce criatura descansar. Por algún motivo, y aunque no había entrado en el cuarto de su primogénita Louisa, se relajó. Quizás todo era una coincidencia, pues su niña mayor era la más responsable, además de que presumía un enorme desinterés y desafecto por el antiguo portador del anillo. Desde su reencuentro con Adrien, Louisa había insistido en que detestaba verlo o visitar su casa. Por lo tanto, suspiró profundamente y, por rutina necesaria, ingresó despacio en la habitación faltante.

Allí, en la gótica cama, aparentaba estar durmiendo su amada hija. Algo le hizo desconfiar a Marinette, quien astuta en recordar que de joven realizaba la misma treta con sus padres, se acercó y levantó levemente la colcha. Para su pesar, recostada en la cama, solo había otra almohada y una campera para dar una forma convincente.

- ¿Q-Que..?

Sé escapo de los labios de la adulta, retrocediendo unos pasos al decirlas. No entendía lo sucedido, se quedó mirando el improvisado maniquí de ropa sobre la cama hasta que el vibrar de un celular la hizo reaccionar.

Miró atenta hacía donde se produjo el sonido, su hija se había olvidado el móvil. Despacio, se acercó a la mesita de luz y lo tomó. El mismo tenía clave para desbloquear, aunque, para su suerte, la notificación del reciente mensaje dejaba ver el texto necesario para comprender a donde se había dirigido su pequeña. Un sentimiento de asco e impotencia le nació repentinamente.

*No llegues tarde otra vez, te estaré esperando Chat Nuit*

Marinette alterada comenzó a querer adivinar el patrón del celular para poder ver todos los mensajes que le había enviado ese número desconocido a su hija, sus intentos fueron fallidos. Lanzó el celular en la cama de Louisa con furia, caminó de un extremo de la habitación al otro pensando cómo proceder.

"¿Que se supone que pretende ese enfermo con mi hija?" "¿Quién se cree que es para ponerla en peligro de tal forma?" "¡¿Por qué la cita a estas horas de la noche sin mi permiso?!" "¡¿Por qué Louisa me lo oculta?!" Muchas preguntas la carcomían, comenzó a morder sus elegantes uñas mientras los más ruines pensamientos se hacían presentes en su mente.

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