3. Fuera

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Era un nuevo y brillante día, con un cielo despejado y nada de humedad que esponjara el cabello de Merlín, llegó campante caminando por la acera y saludando a los ancianos que se sentaban siempre por la mañana en la banca ubicada bajo el frondoso árbol del parque. Paro frente a un pequeño establecimiento de dos pisos y coloridas paredes, acomodo las plantas y reviso si habían sido regadas para después entrar, dentro el olor a pan recién horneado pululaba en el lugar, poca gente ocupaba las mesas y unas sólo llegaban de entrada por salida con el celular adherido al oído. En el mostrador un chico miraba a la nada descansando la cabeza sobre la mano.

-¿Todo tranquilo hoy Gwaine?- preguntó llamando la atención del joven en la caja registradora.

-Te estabas tardando- respondió con una sonrisa- está bajo control, capitán. 

-Olvidaste regar las plantas de nuevo.

-O quizás no.

Merlín rodó los ojos.

-Sabes que pueden secarse, ¿cuantas veces te lo tengo que decir?- se quejó el pelinegro.

-Lo sé y lo siento, pero sólo lo olvido y ya.

-Eres peor que un niño.

Gwaine rió y se apartó cuando su molesto jefe tomo la regadera de la gaveta bajo el mostrador, el ojiazul le dedicó una mirada fastidiada antes de ponerla en sus manos y apuntarle la puerta.

-¿No es tan complicado verdad?- preguntó una vez vio entrar al joven castaño, este sólo alzó los hombros aún sonriendo. 

Merlín ni siquiera se tomó el tiempo de decirle algo, ocupado con una de las máquinas de café. Cuidar de su, recién abierta, cafetería era una buena manera de seguir ignorando que en un par de días más tendría al rubio grosero frente a él. Luego a Gwaine se le ocurrió abrir la boca. 

-Entonces, verás a tu galán otra vez- soltó el castaño aburrido de ser ignorado, ahogo una risa cuando escucho algo caer al suelo, sin embargo Merlín no le respondió y sólo lo mando a limpiar el café que había derramado por su culpa.

-Eres un tonto.

-Y así aceptaste salir conmigo- susurro en el suelo aun sonriedo, realmente no le tenía miedo a quemarse.

Esperaba otra explosión, pero el pelinegro decidió ignorarlo de nuevo. Lo suyo había sido hace tiempo, cuando aún pensaba que por ser apuesto podía tener a quien quisiera, luego el niño de profundos ojos azules se cruzó en su camino. Merlín lo había capturado en un principio por su físico, era realmente lindo con su figura delgada, su piel clara y tersa, y labios besables; le insistió meses para que aceptara una cita con él y cuando dijo que sí termino por propasarse al final de la salida, cuando Merlín le dió aquel puñetazo en el rostro supo que era diferente y que había sido un imbécil.

Gwaine miro a su jefe, era inteligente, capaz y de carácter fuerte, alguien a quien probablemente nunca podría tener por ser un simple picaflor.

-Gwaine, un cliente- el pelinegro lo llamo, un hombre había entrado, se aproximó a la caja para sentir un empujón- olvídalo, lo atiendo yo.

Merlín se había fijado en el hombre joven que acababa de entrar, ojos pequeños y azules, espalda ancha, cabello oscuro que formaba pequeños rulos, era atractivo.

-Buen día, un café mediano por favor, para llevar.

-Ya oíste Gwaine- le dijo con una sonrisa forzada al castaño- ¿Algo más? Quizás quieras dejar tu tarjeta aquí- le indico un bote lleno de papeles a un lado de la caja registradora- si sale te ganarás un panqué gratis en tu próxima compra.

El joven sonrió, sacó un pequeño trozo blanco de su billetera y se fue tras recibír el pedido.

-Buen a manera de pedir su número- río Gwaine tras el pelinegro causándo que su rostro se coloreara- suerte encontrandolo sin saber su nombre.

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2019 ⏰

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