Capitulo uno.

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Llevaba corriendo, si mi cálculos no me fallaban, unas 23 horas. No me sentía cansada, solo un poco hambrienta y soñolienta. Ya se estaba poniendo la puesta del sol y decidí que era hora de parar y cazar algo.
Lo que más me gustaba del exterior eran los bosques y correr sin rumbo definitivamente me encantaba.

Me fabriqué una lanza y pasado un rato escuché la tierra moverse, miré hacia donde provenía el sonido pero no vi nada. Cerré los ojos y me concentré mucho más. En mi mente se plantó una imagen de un pequeño conejo. Respire profundo y sin abrir los ojos lancé mi lanza. Escuché un quejido. Le había dado.

Camine hacia mi presa y la admiré, justo en la cabeza.

– Lo siento – Susurré viendo cómo un hilo de sangre corría.

Ni siquiera me gustaba la carne pero para sobrevivir uno tenía que hacer cosas que no siempre le gustaba.

Cuando el conejo estuvo listo y lo disponía a llevar a mi boca sentí una vibración a lo lejos.

Rango 5 invisibilidad, entre otras cosas.

Mis palmas picaban y eso significaba que aquella persona estaba acercándose a mi. Me puse de frente en total normalidad pues "supuestamente" nadie podía percibir a un rango 5 pues eran los más poderosos.

Cuando estuvo a una distancia prudente se quedó atrás de un árbol observándome. Era un chico.

No lo veía con claridad, solo veía partes de su cuerpo y en este caso le vi la cara y una mano. En la mano tenía un cuchillo bastante grande.
Sentí su corazón latir muy fuerte, tenía miedo.

Cuando termine de comer mi conejo, me acerque a una árbol y arranque una pequeña rama. Si la incendiaba sin fuego, solo con mi mirada el sabría que soy una ellos y me llevaría con el resto, necesitaba saber dónde está aquella fortaleza de Los Dioses. Necesitaba que me dieran respuesta acerca de mi rango desconocido.

Cuando la incendie, él chico salió de su escondite y se mostró. Era pequeño, tenía unos 16 años y no media más de 1,70.

– Hola. – dijo calmado.

Me hice la sorprendida y puse la ramita detrás de mi.

– No es lo que tú crees, yo...

Él chico se acercó con calma y me silencio.

– Rango 2; puedes controlar el fuego, aire y agua. No te preocupes, ven conmigo y estarás a salvo.

Asentí.

Tomé mi lanza improvisanda y lo seguí. Llegamos a unas especie de alcantarillado.

– Bueno, ya conoces el método. Prometo llevarte una pastilla para el dolor.

Sin más que decir se quedó mirándome fijamente y sentí un dolor punzante en la cabeza, me desmayé unos segundos y cuando desperté el chico me estaba cargando hasta un carrito e adentrándose en una especie de puerta secreta. Si, yo era inmune a sus poderes pero si quería ganarme su confianza debía actuar.

🦔

Fue un largo recorrido y sumamente silencioso pero cuando llegamos al final de aquel túnel todo cobró sentido.

– Rango 2 despierta.

Abrí los ojos rápidamente, ya había visto este proceso en el laboratorio, me acomodé y toqué mi cabeza.

– ¿Qué me hiciste? – Me miró con orgullo y sonrió. Si pequeño cree que me siento sumamente mal cuando lo único que me duele es la pierna por el disparo que recibí hace 10 días.

Leah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora