Capitulo tres.

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– Entonces nunca has visto a un mutado.

Emma negó con la cabeza.

– No les agradamos, me arriesgaría a decir que nos odian. Nos llaman "Dioses" algunos y otros... Bueno ya sabes. No somos dioses, somos... Chicos con suerte.

Emma terminó su trenza y se encogió de hombros.

– A veces me dan lastima los mutados, tienen una vida muy triste. Nacen para morir. – Se encogió de hombros y caminó hacia la puerta.

– Todos nacemos para morir Emma. Hasta el momento ningún rango es inmortal. – Se quedó parada unos segundos y finalmente abrió la puerta.

– Tienes razón, pero por lo menos nosotros tenemos una vida más digna que ellos– cerró la puerta y me quede sola en mi habitación. La sangre me hervía de rabia.

Si bien los mutados eran personas que no tenían una gran calidad de vida, ellos disfrutaban al máximo sus cortas vidas. Puede que la mayoría les faltaran extremidades pero eso no era razón para deprimirse y echarse a morir, al contrario era motivo de celebración. Mi infancia y adolescencia viví con mutados. Viví con gente que me enseñó que por más que la vida quiera darte la espalda siempre hay un motivo para ser feliz.

Tres golpes en mi puerta me sacaron de mis pensamientos. Sin importar mi respuesta Sam entró igual.

– Necesito que vayas al salón de entrenamiento.

– ¿Qué más existe aquí que aún no me he enterado?

Sam se encogió de hombros y salió, me levanté de la cama rápidamente y salí. Emma estaba afuera.

– Sam me pidió que te hiciera un recorrido de todo, así que prepara tus piernas porque esto será largo.

🦔

Este lugar era mucho más grande de lo que yo imaginaba. En si se dividía en 6 pisos. El primero era el que se encontraba más alto y era donde almacenaban la comida, el agua, remedio entre muchas otras cosas más. El segundo, era una sala gigante de entrenamiento donde habían muchas máquinas y salas para cada uno de los rangos. El tercero era el principal, se encontraba el gran comedor, la oficina, los baños, las habitaciones, una sala de reunión y una rampa para salir. El cuarto era donde guardaban armas, algunos automóviles. También se ocupaba como mecánico, había un tipo llamado John que se dedicaba a fabricar nuevas herramientas y armas. El quinto era lo mejor, muchas computadoras y muchos cables. Ahí se mezclaban todos los rangos, las personas  que tuvieran habilidades para la computación podían participar ahí. Cuando pasé nadie me volteo a mirar, nadie emitió un ruido. Solo se escuchaba las teclas sonar. Y finalmente el 6 era un tipo de hospital y también, donde se lavaba la ropa o cosas así. En ese sólo entraban los rangos 3; Curanderos.

– En fin, eso es todo. Sam dijo que fueras al segundo piso. – Emma me indicó el ascensor. No dije nada más y fui.

Mi plan principal había fallado, mi secreto había sido descubierto en menos de 24 horas y me intrigaba saber lo que Sam me había dicho. Lo mejor de todo es que el no podía hacerme control mental pues tenía un bloqueo constante, no puede ver mis recuerdos porque yo no dejaba rastro, tenía uno que otro punto a favor.

Apreté el número dos en el ascensor y me asusté al ver mi reflejo. Hace mucho tiempo que no me miraba detenidamente. Mi pelo rojizo con uno que otro rulo seguía igual de rebelde, mis ojos estaban verdes por que no había usado ninguna habilidad, mis labios estaban partidos a más no poder.

Nota mental: Conseguir áloe vera.

En si en los laboratorios nunca me faltó algo, si quería un café en segundos ya estaba tomándolo. Aquí sentía que todo era muy diferente, todos hacían sus propias cosas, nadie le hacía el trabajo al otro. Aquí son independientes y eso, eso realmente me gustaba. Hacer las cosas por uno mismo, que tu trabajo valga la pena.

– ¿Estarás ahí para siempre o saldrás?– Una voz masculina interrumpió mis pensamientos.

– Lo siento. – Salí del ascensor y volví a mirar hacia atrás. El chico me sonrió y mi corazón se agitó.

«que linda es»

Escuché su pensamiento y sentí como mis mejillas ardían, nunca me había pasado algo así. Cuando volví a mirar las puertas del ascensor ya se habían cerrado. Sentí algo de decepción y en mi mente se instalo su imagen en el ascensor. Estaba mirándose en el espejo, peinando su cabello rubio con sus manos. Si, era un chico guapo y bastante guapo.

– ¡Pelirroja!

Me giré y vi como Sam me hacía señas para que me acercara a él.

– No me digas así por favor– Eso traía muchos recuerdos que dolían en mi corazón.

– Vamos al entrenamiento de hoy. – Señaló hacía una puerta. Me entró la curiosidad y no pude evitar preguntar.

– ¿Quien era el chico rubio?

Sam se quedó parado y me miró serio.

– ¿Por qué? – Se cruzó de brazos y yo me encogí de hombros.

– Me dirás o no.

– No.

Me giré y entre a la sala de entrenamiento sin decir ninguna palabra. Sam tiro de mi cabello y yo lo mire de mala manera.

  – ¿Me acabas de jalar el cabello? –  Una gran sonrisa iluminaba su cara y eso me resultó muy extraño. –  Sam. –  Dije cortarte y el camino hacia el medio de la gran sala.

  – Que amargada eres pelirroja.

Seguí tratando de pensar que mierda estaba pasando y porque Sam estaba de tan buen humor.

– Chicos salgan y traten de derribarla. 

En menos de dos segundos la sala estaba rodeada de chicos y chicas, conté mentalmente cuantas personas habían y eran exactamente 23. Todas tratando de hacerme volar con sus ridículos poderes. Si, nada funcionaba conmigo y eso era el porque todos me tenían cierta curiosidad. 

Estiré mis manos y con un golpe mental los eche a volar, literalmente hablando, a todos. Y una sonrisa se instaló en mi cara cuando vi a Sam levantándose y sobando su espalda.

  – ¿Algo mas fuerte? –  Una chica de aparentemente mi edad al escuchar mis palabras se levanto y camino hacia mi, trato de darme su mejor golpe pero lo esquive y la derribe.

  – Julie, nada más. – Sam trato de frenar a la chica.

Pero yo sentía como la tierra se empezaba a mover abajo de mis pies, me gire hacia ella y la miré con curiosidad.

  – ¿Qué rango eres?

Su mirada solo decía una cosa: Ella realmente me odiaba.

Todo el mundo estaba congelado a excepción de nosotras dos. 

– La pregunta es que eres tu, aquí nadie tiene inmunidad a mi poder. ¿Por qué tu si? Eres la chica del laboratorio verdad. Wow, que mala suerte. Todos teníamos esperanzas que fueras mucho mas aterradora y mucho mas bella, claramente nos llevamos una triste decepción. – Iba a hablar pero se levantó y me ignoro.

>  No te acerques a Sam, el solo tiene curiosidad de tu poder y cuando lo sepa dejaras de tener tanta popularidad. No te creas la gran cosa pelirroja. Y si algún día quieres no lo sé, dejar de existir llámame. 

Me guiñó un ojo para luego irse por la puerta, apenas atravesó la puerta, el poder se fue y todos volvieron a moverse.


  – ¿Leah? 

Me colé en la mente de la chica y le mostré en su imaginación esta escena.

– Tienes que bajar de a esa chica de la nube, si genial puede congelar las personas en esta salsa pero ella debería saber que yo pude congelar un laboratorio completo. 

Sam me sonrió y sonó la campana para ir a comer. 


Leah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora